Publicado el 02/06/2025

Amores sintomáticos, entre la subjetividad de la época y la falla del sujeto

Lacan, en «El saber del psicoanalista» (en Hablo a las paredes), señala «todo discurso que se emparenta con el capitalismo deja de lado lo que simplemente llamamos cosas del amor, ven eso, no es poca cosa», pues el capitalismo, al empujar al consumidor al plus de goce, trata de forcluir la castración, mientras que el amor la requiere. El deseo en la producción capitalista es la plusvalía, equivalente a el plus de goce que no satura la falta en gozar, falta en gozar estructuralmente necesaria, pues solo así el capitalismo no colapsa y puede reiniciar el ciclo. Al contrario del discurso capitalista, el analítico lo que procura es la castración.

El capitalismo, incide en las subjetividades de la época modificando los lazos amorosos.

Bauman, señalaba la perdida de consistencia del amor, la pérdida de solidez y su transformación líquida, la precariedad y una mayor caducidad de los lazos de amor, Esta incidencia de la época, da consistencia a la dificultad que pueden tener los sujetos a la hora de ponerse en juego en los asuntos del amor.

En la consulta escuchamos historias de amor, amores «débiles» o precarios, faltas de compromiso, amores itinerantes e incluso una cierta obsolescencia del amor. No obstante, a pesar de la subjetividad de la época, también escuchamos el anhelo por un amor más verdadero. Un anhelo por el amor, aún. Pues como dice Lacan en el Seminario XX: «el  amor pide amor, lo pide sin cesar, lo pide aún… pues aún es el nombre de la falla desde donde parte  la demanda de amor», amores, por tanto, entre la subjetividad de la época y «aún», es decir, «el nombre de la falla» del sujeto.

Hemos perdido los relatos de amor de otras épocas, no obstante, nos quedan fragmentos, retazos, enunciaciones que supo recoger Roland Barthes, a través de sus «figuras» en sus Fragmentos del discurso amoroso, habla amorosa que se sigue hablando, aunque el amor y la pasión sea inactual. Leemos en el Seminario Aún, «lo único que hacemos en el discurso analítico es hablar de amor».

Voy a poner dos fragmentos clínicos que tienen que ver con la dificultad del sujeto ante hiancia entre el amor y el goce:

El primero, hace referencia a una mujer, tuvo un encuentro sexual y se siente mal. La falta de afecto no atemperó la angustia suscitada por el encuentro. Lo afectivo ausente era necesario para ella, necesario para un mayor consentimiento, pues como dice Lacan «solo el amor permite que el goce condescienda al deseo»

El segundo fragmento, tiene que ver con un adolescente. Tiene una amiga con la que se entiende muy bien y a la que aparta de los demás chicos. Me dice, que no la pretende, solo quiere amistad con ella. La chica, va a retornar a su ciudad y el paciente se siente invadido por la tristeza, acude a la sesión con ideas de muerte, evita ver a la chica a pesar de la predisposición de ella.

Le pregunto a que atribuye su estado y me dice que a la lectura de Los hermanos Karamazov. Al tener la sensación de que el paciente tiene un afecto desplazado, no reconocido, le digo «estas enamorado y no acabas de darte cuenta». El efecto de la interpretación provocó el llanto del paciente y su determinación de llamar a la chica ese mismo día.

Esta sesión me conmovió, al ver como un adolecente, que no conocía el amor, pudo reconocerlo. Quizás, el miedo o el no sentirse suficiente para el otro tuvo que ver con el afecto desplazado. Por otro lado, apuntar que en la novela de Dostoievski aparece el conflicto de una mujer entre dos hombres.

El primer fragmento clínico hace referencia a la ausencia amorosa, el segundo fragmento a un amor no apercibido. Dos formas de sentirse mal, ante la sexualidad y la mera amistad, cuando lo amoroso excluido y no reconocido se acaba haciendo presente para estos pacientes.

El amor y la pasión es inactual en nuestra época, pues al ser difícil de objetivar se sustrae como objeto de la ciencia. No obstante, el amor está aún, en el pensamiento de autores como Alain Badiou o Emmanuel Levinas, que hacen del amor la relación de un sujeto con la alteridad, relación con lo Otro, en Badiou; o con lo absolutamente Otro en Levinas.

En Lacan no hay una teoría sobre el amor, si diversos y constantes acercamientos al fenómeno amoroso, por citar solo algunos: como pasión del ser, como don, amor extático en el amor muerto de la psicosis o en la mística, amor narcisista, amor cortés, amor de transferencia, amuro, almor, carta de amor, amor síntoma…

El amor, la pasión, estando tan presentes en la relación analítica carecen, sin embargo, de matema, resistiendo a ser objetivados.

Volviendo al tema de los amores sintomáticos quisiera recordad la afirmación de Colette Soler, en su lectura del Seminario Aún, cuando escribe «todo amor es sintomático», no solo los que andan mal, también los que van bien, el amor es siempre síntoma.

¿Por qué el amor es siempre un síntoma?, Lacan, dirá «el amor es un afecto o un signo que se desconoce», «un saber no sabido», pues tanto el amor como el goce tienen que ver con el inconsciente. El amor hace lazo a diferencia del goce, pues «en el cuerpo a cuerpo uno goza de su propio inconsciente», en cambio, en el amor hay lazo por el reconocimiento de signos enigmáticos, dice Lacan «todo amor encuentra su soporte en cierta relación entre dos saberes inconscientes. Hablé, en suma, del reconocimiento, del reconocimiento por signos siempre puntuados enigmáticamente de la forma como el ser es afectado en tanto sujeto del saber inconsciente».

El lazo amoroso es suplencia de la relación/proporción sexual que no hay. El amor es síntoma, por ser suplencia, por estar en el lugar de la no relación, gracias al reconocimiento de los signos enigmáticos del Otro. Pero no solo, el síntoma implica un goce, un «sentido gozado» de las palabras amorosas, el amor implica la declaración y las palabras, pues es también demanda y de eso se goza. El amor síntoma, suplencia de la no relación sexual y goce de la palabra, gracias a los signos inconscientes que lo procuran. Palabra amorosa que rodeara el enigma que la causa.

El amor síntoma tiene que ver con el desarrollo del inconsciente real, más allá del soporte narcisista del amor, de la repetición o del fantasma, pues permite reconocer y creer al partenair como síntoma.

Quisiera cerrar esta exposición con la pregunta que me suscita el final del Seminario XI, donde se habla del «amor sin limites». Leemos «El deseo de un análisis es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción a él. Solo allí puede surgir la significación de un amor sin límites por estar fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir»

La diferencia absoluta, hace referencia a un fin de análisis, es una des- sujeción, un desligarse del Otro y un acceder a singularidad, al significante primordial «solo allí», «puede surgir un amor sin límites por estar fuera de los límites de la ley». El amor sin límites, está por fuera de los límites y de la transgresión de la ley, sería un amor identificado al significante primordial.

La pregunta sería la siguiente: ¿el amor síntoma es un reconocer los signos enigmáticos, mientras que el amor sin límites es identificarse a un amor innombrable ?, pues no es igual, reconocer que identificarse al síntoma del final.

Freud, decía que un análisis debería servir para «poder amar, poder trabajar». Para «poder amar», hay que hacer sitio a un hombre o a una mujer, hay que ponerse en juego más allá de «los límites» sintomáticos que lo impiden y obstaculizan. El «poder amar» freudiano, fruto de un análisis, resuena en «el amor más digno» o «amor sin límites» lacaniano. No obstante, Lacan da un paso más, al hacer del fin de análisis una identificación al síntoma primordial.