Publicado el 01/12/2022

Topología de los nudos y su utilización para la escritura de la clínica. Su lugar en la enseñanza de Lacan

Las llamadas con «D» entre paréntesis hacen referencia a las diapositivas de esta presentación.

En primer lugar, quiero agradecer la amable invitación que me han hecho para compartir mi lectura de Lacan en este espacio del Colegio Clínico de Madrid. De más está decir que me honra esta invitación y que espero que este encuentro sea productivo.

El título de mi seminario es Topología de nudos y su utilización para la escritura de la clínica. Su lugar en la enseñanza de Lacan. Así quedó, luego de algunos intercambios de mails con la organización. Debo decir que comenzaré por la segunda parte del título, es decir, por ubicar el lugar que tiene la topología en general y la topología de nudos en particular en la enseñanza de Lacan, para luego tratar de explicar por qué la topología de nudos puede ser entendida como una escritura de la clínica y, en tanto que tal, permitir una lectura de ella. En este recorrido haré mención a lo que considero pueden ser algunas de las razones del pasaje de la topología de superficies a la topología del nudo Borromeo. Mis referencias obligadas son los seminarios de Lacan 20, 21 y 22.

Lo que van a escuchar es el resultado de mi relectura de la obra de Lacan, relectura de los últimos 20 años, que llamé «en clave topológica», y que plasmé en un libro que publicó la Editorial Letra Viva de Argentina y que Bernard Nominé tuvo la gentileza de prologar.

Llamé a mi lectura «en clave topológica» ya que, así como la armadura de clave de una partitura musical otorga valor a las notas que se escriben en ella y permite su lectura, creo que, esto me permitió rastrear las referencias topológicas que abundan en la enseñanza y la obra de Lacan desde su inicio mismo y hasta sus últimos desarrollos. Por eso, he llegado a pensar que, lejos de ser una introducción tardía en su enseñanza, la topología la acompaña desde su inicio y hasta el final.

Hay una especie de «constante topológica», más allá de los diferentes momentos que hemos aprendido a distinguir en la enseñanza de Lacan. Una constante que ha ido variando en la medida en que a Lacan se le hacía necesario un recurso topológico cada vez más logrado, al tiempo en que desarrollaba su teorización.

Como dije, ya al comienzo de su enseñanza encontramos la topología. (D2) En el texto que él mismo dice que es el que da origen a dicha enseñanza, esto es Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, donde para referir el sentido mortal que vehiculiza la palabra, hablará de un centro exterior al lenguaje, aclarando de inmediato que lo que dice es más que una metáfora y manifiesta una estructura1 y, por si nos quedan dudas continúa diciendo que es a la topología del Toro o anillo a lo que debemos remitirnos para darnos una idea de lo que dice.

En el Seminario 1, que es de la misma época de ese escrito, para describir las relaciones que entre si mantienen lo imaginario, lo simbólico y lo real, utiliza tres superficies que se recortan casi del mismo modo que lo hará en el Seminario 22 para explicar el punto triple que está en el corazón del nudo Borromeo. Entre ambas referencias hay 20 años de tiempo. Aunque en ese Seminario 1 no utiliza la palabra topología dice, «debe allí existir una ley mínima que la geometría no hace sino encarnar» (Lacan, 1985 p.394)

Valgan esos ejemplos como aval de mi afirmación respecto de que la topología está desde el principio y no es una introducción tardía como por ahí se piensa. De hecho, en sus escritos abundan enormemente dichas referencias topológicas, algunas más veladas, algunas más explícitas, pero en todos está esa centralidad de la topología.

Es más, lo que me decidió hace más de 20 años a estudiar la topología de Lacan fue el momento en que leí, en su escrito «De un designio» (1966), – escrito en dónde Lacan explicita el propósito de su enseñanza, – lo siguiente, dice Lacan allí: (D3) «nuestro retorno a Freud tiene un sentido muy diferente por referirse a la topología del sujeto» (Lacan, 2003 p.352).

Si él mismo dice que su retorno a Freud es diferente por la topología del sujeto a la que se refiere, entonces, me dije, por qué no tomar esa referencia tan categórica y buscar, en la topología, esa singularidad de su enseñanza.

Cuando me enteré de esto hacía ya más de 10 años que procuraba entender la enseñanza de Jacques Lacan, y otros tantos que estaba en análisis.

Sin embargo, cuando empecé a introducirme en la topología que comporta la enseñanza de Lacan tuve la sensación de que había encontrado la pieza que faltaba para empezar a armar lo que hasta ese momento se me presentaba, en ocasiones, como un rompecabezas.

El recorrido que realicé me permite afirmar no sólo que la topología está en el fundamento de la enseñanza de Lacan, sino que esa enseñanza es más difícil de entender si no se maneja eso que llamo «el recurso topológico». En este sentido puedo afirmar que a los diferentes momentos de su enseñanza, los apoya en un recurso topológico cada vez más logrado, pasando de los esquemas y los grafos a las superficies y los nudos.

Ese recorrido ya nos permite preguntarnos cuál es la relación entre la topología de superficies y la de nudos y, qué es lo que hace que Lacan ponga el acento en el nudo en un momento de su enseñanza, aunque eso no invalida en nada los desarrollos sobre topología de superficies, porque, si bien tanto las superficies como los nudos tratan las relaciones posibles entre elementos de una estructura, hay que establecer alguna diferencia. No sólo eso, sino que, en su seminario 24, Lacan comienza a tratar los redondeles de cuerda del nudo como si fueran toros, con todo lo que eso implica, lo que le sirve además según mi lectura, para afinar la utilidad clínica del nudo en la medida en que de ese modo podría dar cuenta de las variaciones que presenta la neurosis, por ejemplo.

Respecto de las referencias topológicas en los seminarios, que también abundan, propongo tomar la detallada propuesta de nuestro colega Jorge Cahpuis, en colaboración con Rithée Cevasco, en su maravilloso libro Guía topológica para L´Etourdit.

Ahora bien, llegado a este punto y luego de ensayar esta especie de justificación de la centralidad de la topología en Lacan, les propongo tratar de entender las razones de ese momento de su enseñanza que lo lleva de la topología de superficies a la topología de nudos, en especial el nudo Borromeo.

En este sentido, pienso que el movimiento que va de la topología de superficies a la topología de nudos responde a cuestiones de estructura, íntimamente relacionadas al momento del desarrollo de los conceptos de ese tiempo de la enseñanza de Lacan. Estas cuestiones son las que se le imponen para dar ese paso que va hacia la utilización del nudo Borromeo para explicar la condición del Parlétrê, así como, intentar una escritura de la clínica que dé cuenta de manera sencilla, de la diacronía que implica el recorrido de una cura.

En ese pasaje de las superficies a los nudos, considero dos cuestiones fundamentales una, los nudos de borde sobre las superficies ya que cuando cortamos una superficie el trayecto del corte produce un nudo, como por ejemplo el nudo que Lacan usa para explicar el fantasma fundamental, que se produce como efecto del corte sobre una Banda de Moebius con la que representa al sujeto. También el corte que desprende la banda de Moebius del sujeto, de ese objeto topológico tan singular llamado Cross-cap, que no es otra cosa que una inmersión en nuestro espacio de un objeto topológico invisible para nosotros, a saber, el plano proyectivo.

La otra cuestión fundamental que está en la razón de ese paso de la topología de superficies a la topología de nudos, pensé que hay que buscarla, como dice Fabián Schejtman (2013), a partir del seminario 16 cuando toma forma definitiva su aforismo «No hay relación sexual». Dice forma definitiva ya que se anticipaba desde el seminario 14 bajo la forma de «no hay acto sexual». Este autor dice que este aforismo bien pude ser considerado un axioma que ordena la última enseñanza de Lacan, aunque agrega que no está solo ya que es solidario de otro que se introduce al mismo tiempo y que es coetáneo a la elaboración de la teoría, siendo aquel que reza «Hay del Uno». Esos desarrollos de los años 1970 en adelante implicarán en Lacan un nuevo estatuto tanto para lo imaginario, lo simbólico, así como para lo real.

Como fue dicho, creo necesario detenerme en el momento en que Lacan pasa a la topología del nudo Borromeo, ya que me parece que no se puede entender ese movimiento sin atender a los desarrollos teóricos que lo acompañan. Y no sólo eso, sino que podemos observar todo un «work in progress» respecto de la utilización que hace Lacan, del nudo Borromeo.

Digo esto ya que el nudo no va a ocupar el mismo lugar ni tener la misma función a la altura del seminario 24, que la que tenía en el momento en que aparece. De hecho, Lacan habla por primera vez del nudo en su seminario 19. Dice allí, que alguien se lo habían enseñado y que había capturado su interés. Si embargo en ese seminario no se detiene en el nudo. Para eso hay que esperar al final del seminario 20 y fundamentalmente el seminario 21.

En el seminario 20, anticipa que el redondel de cuerda es la mejor manera de pensar el Uno solo que no hace cadena, cuando dice que (D4) «dicho redondel es la representación más eminente del Uno, en cuanto no cierra más que un agujero» (Lacan 1998 pág. 153). En ese sentido, utilizará el nudo para explicar la relación que tendrían los significantes en la cadena del discurso, dicha relación sería borromea, ya que, si falta un eslabón, todos los otros se liberan. De hecho, pone el ejemplo de Schreber y sus frases interrumpidas, por lo que, a esta altura, la psicosis puede ser pensada como un anudamiento Borromeo de la cadena significante como dice Schejtman (2013).

Dice Lacan en su seminario 20: «¿quieren un ejemplo que les muestre de qué puede servir esta hilera de nudos plegados que vuelven a ser independientes con sólo cortar uno? No es muy difícil encontrarlo, y no por nada, en la psicosis.» y más abajo, luego de referir las frases interrumpidas del delirio de Schreber agrega, «estas frases interrumpidas, que llamé mensajes de código, dejan en suspenso no sé qué sustancia. Se percibe ahí la exigencia de una frase, sea cual fuere, que sea tal que uno de sus eslabones, al faltar, libere a todos los demás, o sea, les retire el Uno.» (1973-1998, p.154).

Ahora bien, en la clase titulada Los redondeles de la cuerda, Lacan (1973-1998) plantea que «la formalización matemática era su meta», aunque se lamenta de que siempre algo del sentido se cuela en la trasmisión, en la medida en que usamos el lenguaje común. De allí que a ese ideal de matematización dirá que él lo hace ex-sistir con su decir. Abro un paréntesis, con el término ex-sistir como lo escribe Lacan, estamos ante un modo lacaniano, si puedo decir, de nombrar algo de lo que en topología se llama lo extrínseco. Las propiedades extrínsecas de un objeto topológico, son las que se le atribuyen al espacio en donde dicho objeto está sumergido, por ejemplo, la torsión. Cierro el paréntesis.

Ahora bien, es en ese capítulo del Seminario 20 donde comienza recodando que su decir es que no hay metalenguaje. A lo que agrega que en lo que respecta al ser, no puede ser pensado más que como un hecho de dicho. Y esto a su vez para distinguirlo de lo que llama el sujeto. (D5) Recuerda su escrito Lituraterre (2016) en donde manifestó que el nubarrón del lenguaje deja su marca sobre el suelo y hace escritura. Se pregunta si acaso sólo los humanos podemos leer ahí lo que ningún animal puede. Siendo así, que es ahí dice Lacan, «donde está la abertura por la que el mundo viene a hacer de nosotros su pareja». De todas formas, refiere como una suerte de metalenguaje a esa huella dejada por el lenguaje y que es un saber a cuenta del ser, no del sujeto y la única oportunidad de ir al Otro, como dice en esa clase, pero justamente de lo que no se quiere saber. Pasión de la ignorancia. (D6) Todo esto para decir que en la escritura se trata de una huella dejada por el lenguaje. Siendo la escritura y su necesidad de una página o superficie y de líneas lo que nos mete en la historia de las dimensiones.

Por eso recordará allí, como lo había hecho en su noveno seminario, que las dimensiones se definen por el corte. Siendo entonces que un objeto es de dimensión N, si un corte de dimensión N-1 lo divide en dos partes no conexas.

Será así que es en esta clase donde Lacan introduce el nudo Borromeo, refiriéndolo como escritura. Dice querer hacernos sentir su importancia y qué tiene que ver con la escritura, definida por él como huella que deja el lenguaje. Por ello recuerda que si introdujo el nudo fue para ejemplificar la fórmula de la demanda con ese (D7) «te pido que rechaces lo que te ofrezco porque no es eso» para mostrar que el objeto «a» es lo que supone de vacío una demanda.

Ahora bien, ese insipiente uso de la cadena borromea, va a cambiar a partir del seminario siguiente, es decir el 21, movimiento acompañado de un cambio importante en la teoría ya que se consolida un nuevo estatuto para lo simbólico, así como para lo imaginario y lo real en ese seminario. (D8)

Con relación a lo simbólico, Lacan es muy explícito cuando se corrige a si mismo respecto de su afirmación de que el S1 y el S2 hacían cadena. Dice que, si alguna vez sostuvo que el S1 y el S2 hacían cadena, que eso ya no lo sostiene. Es decir que asistimos aquí a una nueva concepción de lo simbólico, lo que a su vez implicará en ese mismo seminario un nuevo estatuto para lo imaginario.

Un imaginario sin relación a lo simbólico y por eso distinto del imaginario del narcisismo y del estadio del espejo, en dónde el campo de lo simbólico estaba extendido por lo que el falo cobraba valor identificatorio. De hecho, introduce lo imaginario como una dimensión más. Habla de imaginar, y cómo eso tiene relación con la dimensión de lo imaginario «lo imaginario es siempre una intuición de lo que hay que simbolizar».

Habla del espacio vectorial de los matemáticos y qué tiene que ver con el punto de vista y se pregunta por qué se llega a esa intuición en algo que procede del cálculo matemático, es decir, algo estrictamente simbólico, como es el cálculo del espacio vectorial.

Luego aclara que es por otra razón que siempre se llega a eso y es porque hay tres dimensiones del espacio habitado por el hablante y esas tres dit-masions como las escribe dice que se llaman Lo simbólico, lo imaginario y lo real. Define aquí el punto de calce o punto triple como más acorde al espacio que el nudo implica. De ese modo, hace equivalentes las tres consistencias, de lo real, lo simbólico y lo imaginario.

Luego dirá que es por imaginar lo real de lo simbólico (IRS) que se inicia la matemática y la lingüística, a diferencia de la religión que es realizar lo simbólico de lo imaginario RSI y concluye: (D9) «o sea que es preciso extender el procedimiento matemático que consiste en advertir lo que hay de real en lo simbólico, y es allí donde se dibuja para nosotros un nuevo paisaje. Lo imaginario no debe ser colocado, por ende, en un rango cualquiera»

Ahora bien, en la tercera clase del seminario 21 presenta el nudo y advierte que sólo va a hablar de eso. Nos recuerda que somos seres de dos dimensiones y que la tercera es muy difícil de experimentar. Define el discurso como único vínculo entre los seres hablantes y nos recuerda que, «está el perfil, la silueta, todo lo que se adora en un ser amado…y agrega, hay otra cosa que tomamos por el volumen, el nudo» (1973. Inédito)

El nudo entonces no es algo para desdeñar dice Lacan y si lo ponemos en plano veremos que podemos sacar algunas cosas. Con el nudo se trata de una estructura, que cambia totalmente el alcance de la palabra espacio dirá, refiriéndose al sentido que este término posee en la estética trascendental.

Critica esa concepción filosófica del espacio en tanto sería simplemente imaginaria y refiere la necesidad de un conteo para concebir el espacio. Por eso dirá que «Si hay tres dimensiones del espacio, y si comenzamos enumerando a esas tres dimensiones como lo simbólico y lo imaginario, hay que hacer la experiencia de lo que esto produce para la tercera, o sea para lo real.»

Aquí va a decir que no hay más verdad sino de lo que no posee ningún sentido. Es decir, de aquello de lo que no hay que sacar otras consecuencias que las de su registro, el registro de la deducción matemática; después de esto, ¿cómo puede el psicoanálisis imaginarse que procede de la verdad? se pregunta… el lenguaje es un efecto de lo siguiente, dice, de que hay significante Uno» mientras que «El saber es la consecuencia de que hay otro. Con lo cual hacen dos en apariencia» y como fue anticipado recuerda que S1 y S2 no hacen cadena, y que si afirmó lo contrario es que eso fue efecto del descifrado al que se dedicó entonces. El descifrado es el tercero que anuda a los otros dos que están sueltos, podemos decir.

También, en este seminario 21 refiere la locura como el hecho de que falte uno de los tres redondeles de cuerda del nudo Borromeo. Y, por oposición a ello, piensa la neurosis como un nudo olímpico, pues si uno falta los otros quedan anudados. Pero atención, que no es el montaje que tiene el nudo olímpico exactamente sino uno diferente, en dónde los tres anillos están interpenetrados a diferencia de lo que ocurre con el encadenamiento olímpico, de modo que si se corta uno cualquiera los otros siguen enlazados. Se los conoce como nudos de la amistad. (D 10) Esto luego cambiará en el seminario 22. (D11)

De todos modos, dice que lo importante es que lo real, los simbólico y lo imaginario, son estrictamente equivalentes… pueden jugar la misma función con relación a los otros. Y que lo real es lo que hace uno de tres. Lo real es tres, pero no por ser tercero, porque para que haya uno, debe haber tres.

Lo que hace que lo real sea tres es que no hay relación sexual como dice Lacan, en este seminario 21: «Lo real consiste en que ellos sean tres. «por qué es tres lo real? Pregunta que fundo, y que justifico así: que no hay relación sexual.»

Por eso insiste que lo real no es lo que se supone de una sustancia sino simplemente lo que hace uno de tres, por eso es que el nudo no es un modelo, pues el modelo es del orden de lo imaginario, ya que es lo imaginario lo que supone siempre una sustancia. (D12) «no es un modelo porque, con relación a ese tres, ustedes son no su sujeto, el que imagina o el que simboliza; con relación a ese tres ustedes están arrinconados: en tanto sujetos, ustedes no son más que los pacientes de esa triplicidad.» Afirma Lacan en la página 76. Y agrega que su decir consiste en ese real, es decir aquello por lo cual el tres insiste. Concluye diciendo que, «tenemos una idea propia y distinta de lo real: lo Real es lo que se determina por el hecho de que de ninguna manera puede escribirse en él la relación sexual.» (Lacan, 1974 p.87)

Entonces, podemos pensar que son estos desarrollos fundamentales, que encontramos en el seminario 21, acerca de lo simbólico, lo imaginario y lo real, lo que lo llevan a Lacan a utilizar su nudo Borromeo para escribir la relación que guardan entre si esos registros tan heterogéneos y al mismo tiempo equivalentes.

De hecho, allí se pregunta Lacan ¿Para qué me sirve este nudo Borromeo de tres? Y se responde: «me sirve… para inventar la regla de un juego, de manera tal que pueda figurarse con él la relación de lo Real con lo imaginario y lo simbólico.» (1974, p.111)

Ahora bien, en el Seminario 22 Lacan va realmente más allá de Freud, incluso criticándolo, como cuando refiere que Freud necesitó de una cuarta cuerda para su nudo, esa que Lacan llama la de la realidad psíquica, es decir aquella del sueño y del Edipo. Lacan critica a Freud pues sostiene que, si Freud necesitó hablar de ese otro espacio más allá asimilándolo a la realidad psíquica, espacio más allá donde la religión coloca a dios y los ángeles, es porque no pudo reconocer en la literalidad de los sueños la realidad material de la que hablaba, como dice Darmon (2008).

Este es el límite de Freud para Lacan (1974) y dice que de este modo no hace más que perpetuar la religión y consagrarla como neurosis ideal ligándola con la neurosis obsesiva. Agregando luego que en Freud hay prosternación ante el goce fálico.

De ahí que podamos pensar que Lacan con su nudo intenta un paso más allá del límite de Freud. Ese que acabo de referir al padre o a la religión. En el principio del seminario 22 él le imputa a Freud esa necesidad de introducir una cuarta consistencia que mantenga lo real, lo simbólico y lo imaginario enlazados, pues como dice, en Freud esos registros están sueltos, siendo la cuarta consistencia, de la realidad psíquica, religiosa, la que los enlaza supliendo los dos puntos en donde lo real no se superpone a los simbólico. En ese momento había dicho también que el fin del análisis es justamente lograr esa superposición de lo real a lo simbólico. Esto da la idea de que si eso se logra efectivamente entonces podría prescindirse de esa cuarta cuerda.

(D13) De allí que puede pensarse que el nudo no hace sino mostrar necesidades de estructura, siendo la necesidad de la suposición de dios o del padre la primera necesidad de estructura que condiciona la hipótesis del inconsciente en el discurso analítico y en otros discursos. El hecho de que el nombre del padre o dios hayan surgido en un momento de la historia no impide que los consideremos a partir del nudo como una necesidad de estructura, en la medida en que sin esa cuarta consistencia no hay forma de introducir algo del orden de la nominación, ya que las tres restantes tienden a homogeneizarse de modo que se vuelven indistintas.

Por eso dirá Lacan en el seminario El Sinthome, como respuesta a una pregunta, y luego de afirmar que el analista es un sinthome que, (14) «la hipótesis del inconsciente – como subraya Freud – sólo puede sostenerse si se supone el Nombre-del-Padre» para luego afirmar en ese sentido que eso prueba que, si el psicoanálisis prospera, bien puede prescindir del nombre del padre. Dice Lacan, «se puede muy bien prescindir de él a condición de servirse de él». (Lacan, 2003, pág. 133)

El énfasis puesto por Lacan respecto de que el psicoanálisis prosperaría en la medida en que pueda prescindir del nombre del padre, como lo dice en esa cita, es sostenido decididamente en el último tiempo de su enseñanza. (D15) Es otro modo de decir que el psicoanálisis puede encontrar una vía que le permita despegarse de eso que la estructura le impone como nombre del padre. Ya que no es que el nombre del padre sea lo necesario para la estructura, sino que cualquier otra cuestión que anude hace de nombre del padre.

Ahora bien, así como insistí que en el seminario 21 Lacan comienza planteando un estatuto novedoso para lo Imaginario, también he podido leer que en el seminario 22, su énfasis va a estar puesto en lo Real y en cómo es posible que los tres registros se relacionen. Por eso comenzará dicho seminario afirmando que lo que desea ese año es hablar de lo real.

(D16) Sostengo (mi hipótesis) que es en este momento de su enseñanza, cuando Lacan pone el acento en lo real de la experiencia, que se le impone revisar la relación de sus tres categorías y por ello entra en la topología del nudo Borromeo decididamente. Dicha topología parte de que su mínimo es tres, sólo a partir de tres aparece la cualidad borromea como pertinente. Esto implica que cada uno de los tres registros sea independiente con respecto a los otros, además de ser homogéneos.

El mínimo es tres, pero su máximo es infinito como dice Lacan en RSI. Ahí opera con el nudo de tres, ya que es lo mínimo para que la propiedad borromea no sea trivial, pero nada impide que pueda hacerse una cadena borromea de más hilos. De hecho, la propiedad borromea va en contra de la idea de cadena, ya que, en una cadena, cortando un hilo que forma un eslabón los otros siguen unidos, mientras que en el nudo o la cadena borromea, mejor dicho, no importa cuántos hilos o eslabones aparentes sean, con cortar uno todos los otros quedan liberados.

Partiendo de esta propiedad del nudo Lacan es categórico, en este seminario, al sostener que algo escribe dicho nudo de la relación de lo real, lo simbólico y lo imaginario. Así lo dice en la clase del 11 de febrero de 1975, (D17) «es en tanto que el discurso del que se trata no hace cadena, es decir que no hay reciprocidad del pasaje de una de las consistencias en el agujero que le ofrece la otra…en eso se especifica la relación de lo Simbólico, de lo Imaginario y de lo Real» (Lacan, 1975 Inédito).

Ahora bien, una cuestión importante a considerar en la topología del nudo es la que se desprende de la figuración del nudo o de la puesta en plano. En este sentido podemos considerar a la teoría de los nudos en Lacan como una teoría de la co-dimensión, es decir de la diferencia entre la dimensión del objeto y la dimensión del espacio en que dicho objeto está sumergido. Esto es lo aludido con la puesta en plano, cuando un objeto de tres dimensiones es representado en dos mediante un dibujo. Condición para poder figurar una topología, por eso dice Lacan en la clase del 10 de diciembre de 1974, «¿Cómo se produce que nos sea necesario este aplanamiento para poder figurar una topología cualquiera? Esta es, muy ciertamente, una cuestión que alcanza a la de la debilidad que he calificado de mental, en tanto que está enraizada en el cuerpo mismo» (Lacan 1974 Inédito).

Aquí deseo llamar vuestra atención al hecho de que hay un movimiento en la historia de la matemática y la geometría que va en el sentido de alejarse cada vez más de una concepción filosófica del espacio, es decir, como esa intuición o a priori kantiano y tratar al espacio como un caso particular de una escritura algebraica. Es decir, como una combinatoria. De hecho, en posición del inconsciente dice Lacan: (D18) «La estructura de lo que se cierra se inscribe en efecto en una geometría donde el espacio se reduce a una combinatoria: es propiamente lo que se llama un borde» (2003 p. 817).

Lo particular de Lacan, es que produce aparentemente un movimiento en los dos sentidos opuestos, si puedo decir, ya que, al mismo tiempo que reduce el espacio a un conteo, vuelve a dar a los dibujos – que son representaciones- un peso que en las matemáticas modernas no tienen. No olvidemos que, para los matemáticos, un nudo es un polinomio que describe el trayecto de una curva unidimensional en un espacio de tres dimensiones, que además comienza y termina en el mismo punto. De ahí que el redondel de cuerda solo, es ya un nudo. El nudo trivial.

(D19) En eso tal vez radica la diferencia entre dimensión y dit-mensión. Por eso la dit-mensión, no puede ser juzgada sólo por las dimensiones del espacio, sino que hay que atender a que en ella se incluye el decir. La dit-mensión no es sólo una cuestión algebraica, es también cuestión del decir y la representación es un soporte sistematizable de ese decir.

Es en ese sentido que Lacan transforma el dibujo topológico en escritura, pero no cualquiera, es la puesta en plano la que hace escritura. Lo que nos permite pensar que el espacio en sí mismo no incluye la dimensión de la profundidad. Con la profundidad entramos en el campo de la percepción, con todos los efectos ilusorios que eso conlleva. Es por eso que está «claro que lo Imaginario siempre tiende a reducirse por un aplanamiento, que es sobre eso que se funda toda figuración» (Lacan, 1974 Inédito).

En esta línea de argumentación dirá entonces Lacan que, con dos rectas infinitas podemos anudar un redondel de cuerda y mantener la propiedad borromea, con la condición de que esas rectas no podrían entre este nudo y el infinito recortarse más que de una sola manera, lo que nos da la posibilidad de dibujar un Borromeo orientado, es decir que es Borromeo en un sentido, pero no en otros. (D20) Lacan va a mantener con Soury y Thomé una discusión en la novena sesión del seminario 22 respecto de cuántos nudos borromeos orientados hay, supongo que la conocen, no me detengo en eso.

Puntúo entonces algunas cuestiones que hace Lacan en su seminario RSI. Lo primero que puedo decir es que se plantea como sostener la noción de común medida, que sostiene la unidad en función de la medida, si cada uno de ellos RSI tienen sentidos diferentes. La respuesta la da él mismo un poco más adelante cuando dice que no ha encontrado otra forma de darles común medida más que anudándolos en ese nudo al que llamará «Bo». De este modo lo real, lo simbólico y lo imaginario se presentan como tres «unos» que sin embargo no se comprenden sino en su anudamiento.

Para explicar esto Lacan recurre a la matemática ya que en la serie de los números enteros 0 y 1 están desligados, siendo que algo comienza en el 2 (3° en la serie) que incluye a todos los números enteros. Esta propiedad que homogeneiza todo lo que hay del número es aplicable al nudo, puesto que hace falta el 3° que anude a los otros que se encuentran en principio desanudados. Se demuestra así, que tres es un cifrado necesario para plantear una existencia que no haga imagen.

Ahora bien, como fue dicho, que sean tres empuja a homogeneizarlos, es decir a tomarlos como un conjunto formado por elementos de igual naturaleza. Hay que diferenciar aquí entre lo igual y lo mismo. Lo que real, simbólico e imaginario tienen de igual es la consistencia que es imaginaria en todos, siempre la consistencia es imaginaria. Lacan hablará luego de imaginariamente real, imaginariamente simbólico e imaginariamente imaginario.

Ahora bien, Lacan no desconoce las dificultades de la figuración y cómo el nudo es siempre el mismo más allá de la figuración que hagamos de él en la puesta en plano. La puesta en plano pone de relieve la mismidad del nudo. Esto no deja de tener efectos para la clínica más cuando sabemos que Lacan (2016) dice en la Tercera, que el nudo hace falta hacerlo. Debo decir aquí que, si bien Lacan recomendaba a sus oyentes embrollarse con las cuerdas en su manipulación del nudo, también afirma que con eso sólo no podemos comprender nada, así lo afirma en la clase del 14 de enero 1975 cuando dice: (D21) «Pero en el camino, al manipular este pequeño nudo, se familiarizarán, al menos con sus manos, con algo en lo que de todos modos no pueden comprender nada, puesto que está completamente excluido que, este nudo, ustedes lo sepan.»

Como afirma Schejtman (2013) con la manipulación solamente, no salimos del terreno de la magia. Los magos hacen trucos con cuerdas ya que la mano es más rápida que la vista y de ese modo entramos en la sugestión que produce la manipulación.

Quiero destacar que es a partir del anudamiento Borromeo que Lacan se plantea la cuestión del sentido y su relación con el inconsciente y el síntoma de un modo diferente de lo que era hasta ahora. Esto implica una suerte de subversión en el campo de la clínica y en la dirección de la cura (Granon La Font, 1987).

Ahora bien, para poder leer el nudo en tanto escritura es importante que repasemos algunas cuestiones que Lacan puntúa en el seminario 22.

En ese seminario define las relaciones que mantienen entre sí lo real lo simbólico y lo imaginario a través de la ex-sistencia, el agujero y la consistencia. Es importante entender que el nudo se soporta del 3, como dice Lacan, lo que los sostiene a lo simbólico y lo real es su adjunción de lo imaginario. Es decir que lo real y lo simbólico no tienen relación alguna, a no ser por lo imaginario que al entrar hace tres y da consistencia imaginaria al nudo. Esto implica que el nudo pertenece al registro de lo imaginario y por lo tanto el espacio, en tanto que sensible, se encuentra reducido a ese mínimo de tres dimensiones. El nudo como representación depende de estas tres consistencias.

(D22) A su vez en la consistencia se trata de lo siguiente dirá Lacan. Que no hay imaginario que no suponga una sustancia, entendiendo como sustancia una cierta materia. La materia es imaginaria en lo que tiene de enclavado en el cuerpo. Aquí hay que atender a lo que Lacan dice en la clase del 17 de diciembre de 1974 luego de plantear por qué el nudo no es un modelo. Dice, «que domine lo Imaginario, es algo en efecto que reposa sobre el hecho de que eso funda su consistencia».

Agrega a continuación que lo que él introduce con esa observación (D23) es que el goce, respecto de esta consistencia imaginaria, sólo puede ex-sistir, «o sea parodiar esto, que es que, respecto de lo Real, es de otra cosa que de sentido que se trata en el goce, en lo cual el significante es lo que resta» (Lacan 1974 Inédito).

(D24) Una parodia podemos pensar, es una imitación burlesca. Es decir que Lacan advierte que, si la interpretación va en la dirección del sentido sexual o sea de la parodia, lo que hace es nutrir al síntoma de sentido y asegurar su continuidad de subsistencia. Por eso de lo que se trata en la cura es de estrecharlo al nudo hasta el límite de la consistencia de la cuerda.

Lacan agrega en la clase del 11 de febrero de 1975 que por eso la consistencia subyace a todo lo que decimos, no se trata del principio de no contradicción sino de una especie de figura dirá, es aquello que está supuesto y lo que está supuesto es la cuerda. La cuerda es el fundamento supuesto de la consistencia y, por lo tanto, la consistencia de lo imaginario es estrictamente equivalente a la de lo simbólico como a la de lo real.

Ahora bien, es a partir de la consistencia que podemos definir tanto la ex-sistencia como el agujero. La consistencia pude tomar dos formas, como redondel o como recta infinita. Si hace redondel circunscribe un agujero en la puesta en plano. Hay que ser cuidadosos en lo que podemos interpretar de ese agujero ya que basta con que imaginemos la consistencia de la cuerda para apreciar que el interior y el exterior son lo mismo. Es decir que es en la puesta en plano que el redondel circunscribe un agujero. La consistencia está en la base.

A la existencia la define por la consecuencia del agujero, lo que un agujero delimita o una recta consistente, es decir que es la consistencia la que marca el límite e introduce la existencia. Sólo a partir de la consistencia se puede pensar la existencia.

Ahora bien, puede que una consistencia circunscriba un agujero en la medida en que se cierra encontrándose en sus extremos. No solo eso, sino que el agujero es lo que ex-siste a la consistencia misma de la cuerda. Es fundamental entender esta referencia a lo que sería el agujero, como siendo lo que ex–siste a la consistencia misma de la cuerda, es decir que no hace falta que la cuerda se cierre y se encuentre con su punto de partida para que sea un agujero, como ocurre en su figuración en plano y se vea como un redondel. Por eso dirá en el seminario 23 que la recta infinita tiene por virtud tener el agujero todo alrededor. Es el soporte más simple del agujero. Además, esto se debe a que son homólogas, la recta infinita y el círculo en geometría proyectiva. Desargues fue quien se dio cuenta de esto. Lacan, en el seminario 27 va a referir como lo propio de lo real ser una recta infinita. (D 25)

Como creo haber afirmado, es la puesta en plano del nudo que Lacan refiere como una escritura, lo que le va a permitir introducir en esa figuración a la tríada freudiana. (D26) La inhibición como la apertura de la cuerda de lo imaginario que se introduce en un agujero de lo simbólico, el cuerpo como la consistencia de lo imaginario y luego introducirá al yo como el agujero en lo imaginario. Justamente ese agujero que permite, en la captura imaginaria del sujeto frente al espejo, que escape la mirada (objeto pequeño «a») que a su vez es lo que permitirá la constitución del campo de lo visible. Campo que se constituye al precio de esa elisión, de allí que el yo sea un lugar de desconocimiento para el sujeto y en tanto tal un agujero en lo imaginario.

Pero como ya fue anticipado, al homogeneizar estas categorías en las cuerdas que se sostienen, puede atribuirse para cada una de ellas también una consistencia, un agujero y una existencia.

Para la cuerda de lo simbólico, como se anticipa en la escritura del nudo, puede verse que la apertura de lo simbólico es el síntoma en tanto se inmiscuye en el campo de lo real. A su vez ya referí que en lo que respecta a la consistencia de lo simbólico bien puede pensarse el lenguaje, que Lacan va a especificar en este seminario diferenciando lo que llamará el Uno del sentido y el Uno del significante. Ahora bien, en cuanto al agujero que describe lo simbólico Lacan no encuentra nada mejor que referir a la represión originaria ya que es lo simbólico lo que introduce ese agujero irreductible en lo real. Agujero que introduce la función del significante en tanto tal, con la imposibilidad de identidad en su repetición. Agujero que además es moebiano en la medida en que se trata de un borde, un borde funcionando, lo que Lacan llama el ocho interior. También Lacan referirá el agujero de lo simbólico como el del goce en un primer momento y luego como el de la muerte. Esto cambia en el seminario 23, dónde plantea que lo simbólico hace falso agujero, por eso es necesario una consistencia extra que haga de ese falso agujero un agujero verdadero, lo que lo lleva a considerar como necesaria la cuarta consistencia que llamará sinthome.

No sólo eso, sino que, a esa altura dejará de lado la apertura de las cuerdas en el nudo para explicar la inhibición, el síntoma y la angustia y comenzará a trabajar la idea de lapsus y reparación del lapsus en la escritura del nudo, lo que a su vez implica diferentes arreglos subjetivos si puedo decir.

Respecto de la cuerda de lo real refiere la consistencia como la vida misma, en lo que implica de desconocido para nosotros. Luego dirá también el goce, como esa consistencia de lo real en la medida en que agrega a las sustancias cartesianas la sustancia gozante. A su vez la apertura de la cuerda de lo real, como puede apreciarse en el nudo, está marcada como la Angustia, eso que de lo real existe y se introduce en el campo de lo imaginario.

Por último, el agujero de lo real Lacan lo llama como lo que introduce la no relación, marcada por la inexistencia del Otro, es un verdadero agujero en lo real. El imposible del que se sostiene la no complementariedad entre los sexos.

(D27) Habría que puntuar además lo que Lacan llama los puntos de calce, que son esos en dónde se sostiene el nudo. Es el punto en donde se produce la operación de anudamiento ya que como he dicho el nudo se sostiene del hecho de no estar anudado, o mejor dicho, los redondeles de cuerda que son nudos en sí mismos no están anudados, de a dos esas consistencias están sueltas siendo la existencia de la tercera en tanto ex-sistente, como lo escribe Lacan, la que sostiene mediante una operación de anudamiento al conjunto de la cadena borromea. De allí que el nudo ex–siste como él lo escribe. Creo poder afirmar aquí el nudo de tres ex–siste a la cadena borromea de tres consistencias.

Para concluir quiero retomar lo que destaca Granon-Lafont cuando insiste en el hecho de que es una suerte de necesidad la que introduce el nudo en la enseñanza de Lacan justo en el momento en que está en la tarea de redefinir las relaciones que intercambian entre sí lo real, lo simbólico y lo imaginario, en tanto de esa forma puede describir su común medida.

Por ello insiste en el valor de escritura topológica del nudo, en la medida en que en tanto que tal hace consistir, hace existir aquello que es cuestión en la práctica analítica.

Lacan descubre que en esa triplicidad que comienza con el nudo, ya que los unos que lo componen no son unos sino en la medida en que están anudados de manera borromea, es decir sueltos de a dos, descubre decía, la prueba de un fundamento para el pensamiento y el sentido, en donde aparece que el tres sería un cifrado necesario para plantear una ex -sistencia que no haga imagen, como ya fue dicho.

Creo que hay en Lacan en el seminario 22, un esfuerzo enorme por producir con su nudo algo del orden del matema para evitar así el equívoco que introduce el sentido que tienen las palabras en la lengua y que son equívocas a su vez con los conceptos que tratan de definir, de allí que Granon-Lafont (1987) lo compare con esos problemas de física cuántica en donde el aparato de medida interfiere sobre lo medido.

Por eso dice Granon-Lafont «con el nudo Borromeo se plantea la cuestión de la creación del sentido y de sus relaciones con lo inconsciente y el síntoma». Agrega, «no se puede evocar este problema, hacer sentido con palabras para hablar del sentido y de su nacimiento, sin introducir al mismo tiempo lo que está en cuestión en esa búsqueda» (1987 pág. 143).

Es la dificultad que aparece en el apéndice a la publicación del seminario 22 en la revista Ornicar? Lacan allí habla de términos que son definidos por palabras que al mismo tiempo miden sus definiciones y la diferencia entre las palabras y esas definiciones.

Puntúo a modo de conclusión: (D28) cada uno de los redondeles dice Granon-Lafont, «por su anudamiento tiene su propia consistencia porque el pensamiento, el sentido no se exponen, no se dicen sino a través de la articulación de los tres registros» (1987, pág. 146).

La consistencia imaginaria, la existencia real y el agujero simbólico forman tres términos de los que no hay que hacer uso sino teniendo presente todo el seminario, agrega Granon-Lafont. Y concluye,

«el nudo Borromeo ofrece un soporte que no es ni un modelo, ni una ilustración, de que la verdad está tomada, suspendida en puntos variables cuyo lugar, sin embargo, siempre es localizable (Granon La-Font, 1987, pág. 150).

Una última cuestión, que me parecer fundamental para entender lo que de escritura implica el nudo. Esto es el concepto de corte.

(D29) El corte, como dice Erik Porge, inaprensible por la intuición, suscita el conteo. No importa cual, en más o en menos. Y el nudo es la materialización del corte, nudos de borde.

Agrego para insistir con la escritura nodal. (D30)

  • Es una escritura que implica un conteo, del en más o del en menos
  • Es una escritura performativa como las frases del mismo tipo (yo te bautizo) pueden serlo en el discurso. En esta escritura nodal, decir es hacer.
  • Ese conteo implicado parece estar ligado a hechos de presentación.

Tal vez por eso Lacan pone en continuidad lo modal y lo nodal cuando en el Seminario 21 dice: (D31)

Pág. 78: «Que el saber inconsciente sea topológico, es decir, que sólo se sostenga de la proximidad, de la vecindad, no del orden: en esto intento decir, fundar, que él es nodal. De esto debe traducirse que se escribe o no se escribe. Se escribe cuando yo lo escribo, cuando hago el nudo Borromeo; en ese instante, si tratan de ver cómo se sostiene, y, por ejemplo, rompen una, verán que los otros dos se sueltan. Él no se escribe más. Y allí vemos asomar la convergencia de lo nodal y lo modal»

Ahora sí, quiero finalizar con las palabras de Jean Michel Vappereau que dice, si bien la escritura es cuestión de lo simbólico y de su puesta en plano, la lectura es cuestión de los sujetos. A tal punto que podemos decir que una lectura es lo que representa a un sujeto para otra lectura.

Lo que hoy he hecho no es otra cosa que compartir con ustedes mi lectura. Aquí me detengo.

Notas

1 Estructura como la entienden los matemáticos, es decir rasgos o invariantes de acuerdo con algunos principios que regulan los actos a efectuar.

Referencias bibliográficas

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