Publicado el 13/05/2022

Salud mental y psicoanálisis (preludio 3)

Quisiera hacer en este Preludio un breve testimonio de mi trayectoria de trabajo en Instituciones de Salud Mental Pública en Catalunya, concretamente de una última trayectoria de 15 años, 6 en un Centro de Asistencia a las Drogodependencias (CAS) y 9 en un Centro de Salud Mental Adultos (CSMA).

Si como ya señaló Freud, la tarea del psicoanálisis se constituye como un imposible, el trabajo de un psicoanalista en la Red Pública de asistencia, a mi entender se enfrenta con un doble imposible. En primer lugar, el consustancial al propio ejercicio del psicoanálisis y en segundo lugar, el referido a la concepción ideológica con la cual funciona la atención clínica a los pacientes. La Red, como es sabido, viene arrastrando los recortes presupuestarios en Sanidad de hace años, así como también, los efectos de la pandemia en los Sujetos. Ambas circunstancias, hacen que los servicios de Salud Mental se hayan visto cada vez más desbordados.

El planteamiento desde la administración, tiene una pretensión en la que hay que poder ofrecer tratamientos para todo. Se trata de contentar-acallar la demanda social y a los «usuarios-clientes», pero a mi modo de ver, lo que dominaría es un ánimo de defenderse preventivamente ante tales demandas. Intentar visibilizar que se hace algo.

Se fragmenta y parcializa la asistencia en numerosos programas y protocolos específicos. De esta manera, los Centros consiguen financiación. Sin embargo, muchas veces esta circunstancia no va unida a dotar a los equipos con más profesionales. El plus de carga asistencial, tiene por tanto que ser asumido por los que ya están en plantilla.

Se genera entonces, una dinámica de tener que lidiar con una importante cantidad de protocolos «defensivos» y totalmente inútiles, los cuales impiden ponerse en disposición de «sencillamente escuchar» y tomar en cuenta la demanda de los pacientes.

Como consecuencia, se produce un efecto paradójico. Se cree que con esa diversificación de programas y protocolos se atendería mejor, cuando lo que en realidad sucede es todo lo contrario.

Se intenta encajar a los Sujetos en casillas-estanco, imposibilitando que encuentren buenas condiciones para desplegar su subjetividad.

Así mismo, la alta presión asistencial que sufren los equipos, junto a las ya mencionadas tareas protocolario-administrativas, tiene como consecuencia el aumento indeseable de la distancia entre visitas para los pacientes.

En la actualidad, cualquier malestar en los sujetos es susceptible de ser enviado al Centro de Salud Mental para ser evaluado y/ o tratado. Prácticamente, todas las problemáticas son psicologizables i/o psiquiatrizables. Esta cuestión está claramente desencadenada a su vez, por la enorme presión asistencial que también sufren los médicos de Asistencia Primaria. Éstos últimos, se encuentran en la tesitura de tener que derivar a Salud Mental, muy empujados por el Otro de la demanda social y política.

A pesar de todas estas circunstancias cabe destacar, que los profesionales que hemos estado y los que siguen estando en la Salud Mental Pública, hemos podido establecer buenos encuentros y buenas transferencias de trabajo terapéutico con muchos de los pacientes y hemos conseguido sostener a pacientes muy complicados con patologías graves.

Me gustaría poder contribuir con este testimonio, al debate que pueda producirse en las Jornadas sobre Salud Mental y Psicoanálisis.