¿Qué sujeto?
El subtítulo de la jornada me ha puesto a reflexionar sobre a qué sujeto nos referimos en este momento de gran complejidad social y personal, donde las vidas quedan atravesadas por una pandemia que obliga a tomar, cuando menos, medidas restrictivas que afectan a nuestro modo de vida, de manera indudable. Se introduce un menos, menos contacto social, menos movilidad, menos contacto de los cuerpos, distancia social…
¿Qué sucede cuándo se introduce un menos?, en una sociedad donde se postula continuamente el plus, el más y más… Aparecen diversos aspectos como: frustración, sumisión, aburrimiento, nostalgia, pesadumbre, depresión…
Estamos en una sociedad donde del lado del deseo, pareciera que cualquier cosa es posible, sobre todo con la alianza de la ciencia. Del lado del goce pareciera se tiene derecho a su adquisición, como si existiera un mercado para ello. Pero, los psicoanalistas sabemos que esto no sucede así, el sujeto no desea cualquier cosa y el goce está perdido de antemano. El lenguaje introduce ese menos definitivo en un cuerpo todavía por constituir y en un psiquismo que comienza a poder atisbarse en esa primera operación, elección forzada y forzosa para entrar en el vínculo con el Otro y los otros.
Conocemos de la imposibilidad de la conjunción del significante y el goce, no hay sino disyunción, hiancia, significante y goce han de estar divorciados para que pueda existir la falta y, en consecuencia, el deseo.
Esa búsqueda insaciable del plus de goce es precisamente porque no hay tal goce, solo hay falta de goce. Por tanto, podríamos decir que «adictos a la falta de goce», por eso tanta queja en los sujetos, nunca se encuentra la satisfacción plena. «La idea de Lacan es que la abundancia —la actual abundancia— es equivalente a la producción de una falta que se agujerea siempre más en los individuos.» (Colette Soler).
Hay diversos autores, que vienen apuntando desde hace tiempo a la sociedad actual como era del vacío, muchos individuos hablan de ello como sentimiento presente en sus vidas. Este vacío que se experimenta a partir lo que podemos denominar un exceso de narcisismo y de individualismo, como valores sociales en alza, está en relación directa con la caída de referentes externos o, hablando en nuestros términos, con la caída del llamado Nombre del Padre por Lacan.
Tomando otra perspectiva y partiendo de ese ex_sistir de la Cosa, de lo real innombrable, de aquello que es opaco para todos, parece que la dirección fuese hacía el tratar de llenar lo que surge como vacío irreductible, pero no para poder engendrar algo, no como agujero que engendre, sino como algo a llenar, que posteriormente hay que volver a vaciar, para seguir en el mismo circuito mortífero. Ahí tenemos en esta dinámica, en gran medida, a algunos de los significantes que nombran los llamados síntomas sociales.
¿Qué nos encontramos detrás de estos síntomas, reflejados en nuestro anuncio de la jornada? Fundamentalmente dos cosas: un individuo deprimido, en ocasiones angustiado (siendo lo más favorable) y una ausencia del sujeto del inconsciente.
La angustia es el afecto que pareciera no poder soportarse hoy en día y, a partir del cual, se intenta llenar ese vacío, que no es el dolor de existir que todos padecemos por el hecho de ser seres hablantes, que nos ex_siste y que sí puede ser engendrador, creador. Se trata más bien de la angustia de verse convertido en un objeto, siendo aquello a lo que reduce el actual discurso de nuestra sociedad capitalista: un objeto para el Otro, portando una máscara que no se sabe cuál es y frente a la que no se sabe cómo actuará ese Otro.
Un objeto cuyo propósito ha de ser consumir, proponiendo el alejamiento del Otro y del deseo, sometido a un imperativo de gozar que puede tener consecuencias catastróficas.
En este mandato de goce desaparece el sujeto y el inconsciente. Sabemos que no hay sujeto para el inconsciente, descubrimiento del final de un análisis, pero en ese rechazo del inconsciente que aparece en los tratamientos del cuerpo actuales en algunos individuos (vigorexia, adicciones, anorexia, violencia…) no encontramos, de entrada, a nadie que responda o asuma cierta responsabilidad.
Desde nuestro lugar de analistas, sabemos la importancia de hacer entrar otro tipo de discurso en lo social, donde el sujeto pueda hacer otras elecciones, en el margen de libertad que queda frente a las marcas y las experiencias vividas. Esto no es posible sin hacer presente el inconsciente.