Publicado el 05/03/2024

Presentación libro Carmen Gallano. Mujer(es)

Carmen más que escritora de psicoanálisis, ha sido una gran oradora. Por ello, en los dos últimos libros que se han publicado desde S&P, «Krisis» y el actual, se recogen intervenciones que ha ido haciendo a lo largo de sus años de estudio y de práctica clínica lacaniana, bien extensa y variada, comprometida, tanto como analista como miembro fundador de la EPFCL.

Su discurso, siempre brillante, valiente, decidido nos ha acompañado durante muchos años. No puedo dejar de sentir cuando la leo su voz detrás de las letras escritas, sus entonaciones, sus giros. Una voz en la que se trasluce ese deseo de hacer pervivir el psicoanálisis tras aquello que dice. Su decir, en las clases, jornadas, entrevistas, siempre ha sido clarificadoras, a veces fuertes y pasionales, pero siempre, siempre, generando una gran expectación. Desde luego, un referente para muchos a los que ha conseguido trasladarnos su deseo, rigor y ética en relación con el psicoanálisis.

Como aparece en su libro, hace un recorrido por muchas cuestiones de la femineidad, de las mujeres una por una, de lo imposible de nombrar a la mujer, de la histeria, de sus problemas actuales también, del cuerpo y, desde luego, no faltan sus referencias y críticas (por qué no decirlo) al feminismo, sobre todo de hace unas décadas, ya que estamos ante una feminista comprometida. Pero, además, me alegró mucho encontrar dos textos donde habla de locura: Locura de mujeres y madres y Exilios de la locura.

Al mismo tiempo se descubre leyéndola a una mujer cálida,  interesada por muchas cosas, el arte, el cine, la pintura, teatro, música, ópera, conferencias.. Todo esto unido a su inquebrantable interés por la creación de ciertas mujeres artistas, vuelvo a señalar una por una, cuando intentan estabilizarse en la vida, encontrar un espacio habitable en sus vidas con sus obras artísticas.

Es a partir de este último texto, Exilios de la locura, de su presentación en una jornada de Escuela en 2019, que trabajé con Carmen, junto a otras colegas, los vínculos entre locura, mujer y escritura. En un intento de cernir el amor, el goce, la posición femenina y las posibles estabilizaciones, a través de su creación, de cuatro autoras: Virginia Woolf, Kate Miller, Única Zürn y Zelda Fitzgerald. Elaboración que trabajamos en la Universidad Complutense de Madrid, a iniciativa de Carmen, junto con la AEN. Carmen siempre inquieta y entusiasta, participando por aquí y allá dispuesta a hablar de psicoanálisis, a lo largo y ancho de este mundo.

¿Cómo no reseñar aquello que Carmen va dilucidando en estos textos?  Agradezco enormemente a los editores, Rithée y Jorge, que hayan hecho esta labor de recogida y que hayan seleccionado estos dos textos entre otros muchos, acerca de los que voy a tratar de transmitir, espero, esas pequeñas y valiosas perlas que siempre iba soltando nuestra colega. Siempre, al menos para mí, escucharla era ir encontrando esos hallazgos en la teoría y en la práctica que producían un deseo de ir más allá, de saber, de profundizar.

El texto Locura de mujeres y madres, del año 1993, es uno de ellos. Ya desde el comienzo señala que es un título «un poco loco», pero inmediatamente aborda lo que supone la relación madre-hijo en cuanto al deseo y al goce. Cómo ese objeto deviene en sujeto, según en qué condiciones de le sea transmitido eso que es para su madre, pero sin olvidar la vertiente de mujer, de ser sexuado, acerca de cómo ella habrá amado, gozado, deseado en la relación con un hombre.

Se pregunta, en primera instancia, ¿por qué hablar de locura de mujeres? La respuesta proviene de lo que Lacan denomina lo loco de las mujeres, señalando las tres principales referencias donde aparecen tales afirmaciones, en el seminario «Aún», en «LÉtourdit» y en «Televisión». Tres momentos de la obra de Lacan, de los años 72- 73, donde elabora estos conceptos de la mujer, del goce no-todo y acerca de la locura o no de las mujeres. Conocemos su postulado/aforismo acerca de que La mujer no puede decirse, no hay, entonces, un universo femenino, pero esta sinrazón que las acompaña, en este sentido, no dice que sean locas.

Pero esta falta de identidad señala Carmen, las acerca a un cierto punto de proximidad entre el psicótico y las mujeres, aclarando posteriormente, que es un registro de la falta de identidad muy diferente en ambos casos. Es en «Televisión» donde queda aclarado: no locas en absoluto. Son acomodaticias, y esto es lo contrario a la locura. Acomodaticias, pero con un hombre, uno, ese uno particular de su elección. Señala la autora, después de un minucioso recorrido: la vertiente de la sensatez de su ser acomodaticio, es decir, su vertiente no loca en absoluto, porque es la sensatez de un amor no loco, en la medida en que el amor se hace no loco cuando adquiere sentido por el sentido sexual del deseo.

Las mujeres no están locas, concluye, no desde luego por el hecho de serlo, como a veces pueden pretender algunos hombres, puesto que la locura no es un asunto ni del sujeto ni del ser.

En su artículo, a continuación,  aborda la locura de la madre. Cómo una madre toma a ese hijo, desde qué lugar lo considera, porque en la maternidad ese niño viene como objeto a que la hace existir como madre ahí donde se abre el abismo de la inexistencia como mujer.

Hace una serie de desarrollos muy interesantes, sobre las patologías derivadas de esta relación, tomando especial consideración a la relación de estrago, particularmente madre-hija. Conviene leerlo si os interesa el tema, ya que contiene interesantes reseñas bibliográficas, como el libro de Marie-Madeleine Lessana, «Entre madre e hija: un estrago». 

Y este texto nos sirve de puente para la lectura del siguiente artículo que quiero resaltar, Exilios de la locura. En él Carmen nos va detallando con una finura y delicadeza enormes, una breve puntuación sobre la historia y situación de dos mujeres artistas: Camille Claudel (escultora) y Leonora Carrington (escritora y pintora). Dos grandes creadoras, que como señala la autora, han sido recuperadas por el feminismo y que mantuvieron relaciones afectivas con otros dos grandes artistas, también maestros suyos: Max Ernst y  Auguste Rodin. Y con salidas muy diferentes.

Carmen nos describe brevemente la terrible historia de Camile, exiliada de su familia, de su feminidad, de su maternidad, de su arte y .. el peor exilio, el  de su dignidad como sujeto. Construyó un delirio donde Rodin se convirtió en su perseguidor, mostró en su arte su lugar en el triangulo amoroso con él y su esposa. La Implorante ó la Edad Madura, obra donde ella tiende la mano en vano hacia el hombre viejo, siniestro, envuelto por la muerte que representa a la otra mujer. La realiza en yeso, no se llega a concluir en bronce porque el estado francés le retira los fondos. Carmen nos dice claramente, el doble fracaso de su vida tanto amorosa, como mujer, como de su obra, marcan el inicio de su desencadenamiento y posterior encierro en un manicomio, donde pasa 30 años de cruel encierro, perpetrado por la madre y el hermano, Paul Claudel. La obra artística no ha sido más fuerte que la madre, concluye Carmen, tomando el dicho de M. Duras.

Otro carácter tiene el relato sobre Leonora Carrington, el reverso de la historia de Camille, su madre la apoya en su creación artística y el exilio le salva la vida. Cuando detienen a Max Ernst, artista surrealista, con quien mantenía una relación amorosa, ella contaba con 20 años de edad, ahí se desencadena su psicosis, con su detención. Enloqueció al quedarse sin Max, dice la autora. Megalomanía, excitación maníaca, las conductas de acoso salvaje, la convicción delirante de la redención. Recomendable leer su libro «Memorias de Abajo», que relata ese episodio y su encierro en un manicomio de Santander, por orden de su padre. Pudo escapar y exiliarse en México, encontró un amor en Renato Leduc y volvió a pintar. Acabo separándose, se casó con un fotógrafo judío húngaro, con quien tuvo 2 hijos y que la dejaba vivir a su aire.

Nunca más volvió a estar loca. Decía de su pintura que era un pentimento. Y recoge Carmen unas preciosas palabras de Leonora: No sé si invento el mundo que pinto o ese mundo me inventa a mí. Probablemente lo último. Claro ejemplo de anudamiento con su obra.

Con este pequeño bocado del libro, estos dos artículos, quiero invitarles a leerlo. Encontrarán mucha y buena lectura de psicoanálisis, escritura hecha de palabras en ocasiones muy bellas, y con la voz de una de nuestras mejores psicoanalistas en España.