Publicado el 29/09/2022

La actualidad del psicoanálisis

A los psicoanalistas nos interese la actualidad, no cabe duda. No somos los únicos por supuesto. ¿Cómo no interesarse por la lógica que presenta nuestro mundo si esa lógica es la misma que la de los procesos que rigen en el psiquismo de cada paciente que viene a vernos?

¿Cómo no interesarse por las transformaciones que se dan en esa apuesta por construir lazos entre nosotros que mitiguen las fuerzas destructoras que acompaña a todo intento de conformar la cultura?1

Psicoanálisis y actualidad están trenzados irremediablemente entonces porque el malestar que trae un individuo a nuestras consultas no está desconectado del malestar que toda época porta en su seno pues no hay arreglo posible para cumplir un completo programa de felicidad para la humanidad, por mucho que siempre ésta, la felicidad, haya sido propuesta por el poder como promesa, bien en el horizonte de la vida eterna, bien en el aquí y ahora de nuestras vidas.

Además, ese malestar que desde el psicoanálisis nombramos síntoma es considerado precisamente una subversión, una insurrección al programa trazado para que el sistema marche para todos. Exigencia que apunta a borrar lo particular de una persona dada. En ese lugar de rebeldía, la mayoría de las veces ignorada, en esa rebelión a que todo funcione según lo previsto, es donde colocamos el síntoma.

Todo el pivote de la operación analítica se asienta en conectar este malestar que en principio puede venir conformado desde un discurso colectivo con un espacio íntimo.

Este espacio íntimo, el inconsciente, fue lo que justamente Freud descubre y explora. Un espacio íntimo situado entre principio de placer y principio de realidad2 que constituye un mundo simbólico conectado a cada cuerpo y a la vida.  Pues bien, ese descubrimiento deberá realizarse en cada análisis que comienza. Ahí data, desde mi punto de vista, al menos lo mantengo esta noche a la espera del debate con vosotros, la actualidad del psicoanálisis. En ese compromiso que adquirimos cada uno de los analistas, insisto, en actualizar ese descubrimiento para cada paciente. En dicha actualización está también la posibilidad de que el psicoanálisis cambie 3 y no quede estancado en el uso que se hizo de él en otros tiempos sino más bien que pueda estar a la altura de los retos que la actualidad nos propone.

Quizá, entonces, pudiera ser uno de los motivos donde pudiera encallar el psicoanálisis, justamente en el caso de no encontrar los semblantes adecuados para permitir en cada ocasión que algo del hueco y el vacío resuene en medio de tanto ruido presente en nuestras vidas.

Pude visitar esta semana la Fundación Oteiza y admirar el empeño que hizo este escultor por vaciar el espacio, según sus palabras. En 1953 Sáenz de Oiza junto con otros artistas, además de Oteiza, construyeron el santuario de Arantzazu. Oteiza colocó unas figuras representando a los apóstoles que fueron prohibidas por el Vaticano por tacharlas de demoniacas y animalescas. Las figuras tienen un vaciado en la parte frontal al igual que lo tiene la fachada de la iglesia. Podemos comprobar el horror que puede producir el vacío a los humanos. Los franciscanos, orden que se ocupa de la iglesia, al parecer, le dijeron a Oteiza a propósito del hueco que presenta la fachada del Santuario ¿La vas a dejar sin nada? A lo que Oteiza contestó: no, la voy a dejar con nada.

Es la diferencia que el también escultor Evaristo Belloti establece entre la nada y el vacío en su entrevista realizada por Esther Peñas (5. 8 22 en Solidad digital) titulada El vacío es el asunto.

El tema propuesto para esta mesa redonda en torno a la actualidad y al psicoanálisis me llevó por una serie de encuentros a trazar como programa de estudio personal para este curso un tema de rabiosa actualidad, la cuestión del metaverso. Es solo un comienzo, por tanto.

La primera chispa de interés surgió por la economía, tema, como bien sabéis, de gran interés para los psicoanalistas. Me encontré con la noticia de que al parecer Zara, la marca de ropa de moda española que factura miles de millones, ha vendido trajes virtuales para los avatares del metaverso por valor de 600.000 euros. (Comentando este detalle con una amiga me dijo que conocía a alguien cercano que había comprado las Calles de Goya y Velázquez sitas en Madrid a la espera del desarrollo de esta industria). La firma SkyQuest, una gran consultora económica, estima que el mercado global del metaverso superará los 700.000 millones dentro de cinco años, con un crecimiento de más de un 37% en el período 2020-2027.4 Los beneficios para la industria digital no son, entonces poca cosa.

Ya está circulando publicidad del metaverso en el terreno de la educación: Puede que el metaverso sea virtual, pero su impacto será real, dice el eslogan. No cabe duda de que traerá algunas oportunidades nada desdeñables, pero debemos someterlo a prueba y a crítica para estar advertidos también de qué viene preñado semejante artefacto.

Esa promesa de la felicidad que el metaverso nos ofrece no está desconectada, por tanto, de pingues beneficios para las corporaciones más ricas del planeta, ocupando de esta manera la figura que encarna una otredad que deberemos analizar, pues estamos advertidos que tras la versión idealizada que nos proponen se encuentra ya una economía de goce: recaudar cantidades ingentes de dinero; en definitiva, sacarnos las entretelas.

¿Qué es el metaverso?

Parto de un artículo publicado en el país el 25.8.22 con el sugerente título: Menos meta y más con: cinco motivos para cuestionar el metaverso (Nuria Oliver, Cecilia Castaño y Mª Ángeles Sallé). De él he tomado también los datos económicos que os acabo de citar

Nos recuerdan las autoras el origen del concepto de metaverso:

El metaverso fue introducido en la novela Snow Crash de Neil Stephenson, en 1992. En sentido estricto, se define como un único mundo digital, disponible las 24 horas del día y de manera universal, en el que podemos interaccionar, tener relaciones y realizar todo tipo de transacciones como si fuese el mundo físico. La visión idealizada del metaverso nos abre la puerta a un mundo digital potencialmente perfecto, donde podemos adoptar distintas personalidades, realizar nuestros sueños, superar nuestras limitaciones, viajar sin restricciones, acceder a entretenimiento ilimitado, desarrollar nuestra creatividad y tener, finalmente, el ansiado éxito en la vida, o mejor dicho, la cibervida.

El metaverso nos ofrece, como decíamos, la felicidad en un mundo virtual, en un mundo ideal, donde, en principio, no existirán límites para la expansión del yo como defiende Edgar Martin Blas5 experto en metaverso

Un mundo libre donde definiremos nuestro nuevo yo. Creas un avatar que puede ser una representación tuya o algo totalmente fantasioso. Depende del metaverso al que accedas tendrás un rol.

Este autor equipara el metaverso con las fantasías de la infancia6:

Allí con mis amigos (en un descampado cerca de Toledo) convertíamos los vertederos en campos de batalla espaciales, las lavadoras abandonadas eran nuestras naves espaciales, y los yonquis eran zombis. La imaginación era nuestra realidad virtual.

Efectivamente Freud al analizar el papel del juego en el niño propone que éste se prolonga en los adultos por medio de la fantasía. Así desde este punto de vista nos encontramos en un terreno familiar al analizar el metaverso dado que una parte importante del trabajo que se realiza en un análisis consiste precisamente en construir la trama de fantasías en las que sostenemos nuestro yo. Habrá fantasías que soportan nuestro deseo y nuestras maneras de gozar, factores que, no cabe duda, se pondrán en juego también en el metaverso.

Todas ellas, por ende, sostienen nuestro narcisismo y nos conducen a interpretar el mundo desde el constructo simbólico e imaginario construido con esa red de fantasías, algunas inconscientes, es decir absolutamente desconocidas. El propósito que guía al analizante cuando se ocupa de sus fantasías es (si me permiten decirlo así) liberarse finalmente de ellas pues, aunque sostengan nuestro deseo neurótico, reducen nuestra vida libidinal a un estrecho marco que nos hace creer estar a salvo de encuentros intempestivos, amén de que existe una deriva de sufrimiento.

No podemos eludir un complicado aspecto primordial en este tema. Lo haré brevemente, aunque me temo que de manera en exceso condensada. Para que esa red de fantasías se mantenga estable es inevitable una mirada externa (hoy me enteré de que la psicología habla de locus externo) que necesita conjeturar de una presencia que sostenga esa mirada ideal desde donde buscamos ser vistos. Un constructo muy parecido a como se conforma la perspectiva, un punto de fuga desde donde se visualiza la escena.

Una tiranía, dado que desde este punto de fuga donde situamos una mirada recibimos, órdenes, sin saberlo del todo y nos mantiene, además, en un creer sin creer7 en ese otro/Otro externo y en cierta manera superior, por mucho que nos pensemos ateos. Precisamente Lacan señala en el seminario de La angustia que el índice del ateísmo consistirá en dejar caer esa mirada. (Preeminente en el mundo en el que vivimos como muestra por ej la película El show de Truman) Mirada que es índice, también, de la creencia que nuestro sufrimiento (pues sufrimiento es todo aquello que esté obligado a repetirse), puede satisfacer a esa presencia que hemos construido. No deja de ser una buena argucia para arrojar fuera lo que por estructura psíquica nos corresponde, la cuota de maldad que todo ser humano porta en su seno.

Desde este punto de vista la primera pregunta que me surge a propósito del metaverso se refiere a plantear la cuestión acerca de qué otro tecnológico se presentará para el “metaversista” (¿terminará existiendo esa palabra?). El usuario del metaverso como todo usuario de la tecnología digital está inevitablemente en relación con este otro/Otro presente en el engrama.

Hacerse responsable de esta trama es conocer que dichas fantasías no dejan de ser un consuelo y un resarcimiento de las heridas narcisistas que todos sufrimos, pero es, además, estar advertidos de que este remedio para la aflicción resulta corto de miras pues nos encierra en nosotros mismos, en nuestra fortaleza yoica, con el riesgo de poder convertir ésta en refugio permanente de las inclemencias que todo viaje trae consigo, pero, asimismo, correr el riesgo de olvidarnos que  al emprender un viaje pidamos que  sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias, como nos recuerdan los primeros versos de Cavafis en su conmovedor poema Ítaca8.

He esbozado en un trazo grueso mis primeros pensamientos al abordar esta cuestión del metaverso. El ser humano, en cierta manera, busca la identidad de percepción9, y a veces su primera reacción es tender a hacer idéntico lo diferente. Ya pueden suponer que no me parece similar de ninguna manera el uso del metaverso con el trabajo analítico que he tratado de esbozar, pero es a partir de ahí que puedo preguntarme acerca de este asunto que se nos viene encima. Precisamente si me he visto tentada a recordar este momento de la cura es por la diferencia que implicaría este trayecto que he tratado de hacer presente de un plumazo al que supondría abandonarse a gozar de las fantasías en el metaverso. ¿Habrá algo que lo contrarie? Pudiera ser que algunos metaversistas llegaran a angustiarse por encuentros que no han podido programar del todo en ese mundo virtual.

Si volvemos al artículo que les recomiendo10, el del País, las autoras esgrimen cinco razones para desconfiar del metaverso: razones económicas, sociales, medioambientales, de salud pública y en quinto lugar, razones éticas.

Este último grupo, las razones éticas, me ha puesto en la pista de un derrotero del que solo he construido los cimientos. Las autoras en el orden de razones éticas para desconfiar de este canto de sirenas que promete el metaverso, arguyen el control de nuestros datos que vamos a ceder a una corporación que busca esta montaña ingente de datos para su beneficio. Ya ha ocurrido con Facebook. Nos enteramos de que nuestros datos estaban siendo vendidos al mercado generando millones y millones de dólares para el dueño de la compañía digital.

¿De dónde procederá esta docilidad para entregar ahora al metaverso unos datos que tienen relación con un material, nuestras fantasías, que pertenece a nuestra intimidad, a ese terreno que justamente se sitúa entre ficción y realidad y que es puesto en juego con dificultad en un análisis?

¿No constituye este otro/Otro digital del metaverso, la encarnación de esa mirada que recrea el neurótico, ese dios oscuro que reclama sacrificios11 al que el “metaversista” estará dispuesto a entregarle sus higadillos por no hacerse cargo de su propia causa? 

Hago la hipótesis que quiero trabajar este curso de que el metaverso al igual que la tecnología digital está preñada de una pulsión de destrucción devoradora y consumista. No solo porque nos convierte en consumidor (papel activo) y no cabe duda de que vamos a consumirla en grandes cantidades sino porque dicha invención envuelta en una propuesta happy flowers (un mundo libre donde renovaremos nuestro propio yo12) nos pone en un papel pasivo en el sentido de que seremos también objetos a consumir al querer esquivar lo que es esencial para la vida.

Me atreveré a formular esa esencia, fundamental para la vida, la aceptación de que hay que limitar ese pájaro voraz13 que amenaza con la destrucción radical del ser humano y de la naturaleza. Ese real del que se ocupa también la tecnología y que, cada vez de manera más vertiginosa, muchos son los autores que vislumbran el riesgo de  destrucción de la vida de seguir por la línea trazada. Limitar este pájaro voraz pasa por enlazar este abordaje de lo real con el poder del ste, que trasciende, por supuesto, su función de comunicación. El mayor poder del lenguaje, nos recuerda Lacan en 1975 es hacer agujero en lo real14 y de esta manera poder anudar los registros que constituyen la realidad psíquica.

En este triple anudamiento de los registros R, S, I (nudo borromeo)15 el vacío o agujero es esencial para poder realizar la operación de constitución de nuestra realidad psíquica, inseparable, además, de su función de límite. Como bien sabemos por los llamados agujeros negros de los espacios siderales los vacíos están llenos de energía incompatible con la vida. La energía que interesa al psicoanálisis es el llamado goce que si lo libramos a su suerte sin limitarlo corre el riesgo de aniquilarnos.

Así planteamos un conocido problema que se presenta en la actualidad. El discurso capitalista16 ha encontrado de manera sagaz poner en el centro de nuestras vidas unos objetos apetecibles que funcionan como causa de deseo y que tienen como resultado un ejercicio de goce. Al correr tras ellos quedamos condenados a vivir enajenados a una propuesta de felicidad cuya esencia consiste en poseer, cuanto más, mejor. Esta relación tan estrecha que tenemos con estos objetos obtura de plano ese vacío que fugazmente he querido hacer presente  y que es condición para que puedan darse el arte y el amor, esenciales para que una vida pueda llamarse humana.

Notas

1 Sobre el concepto de historia Obras I, 2, p. 309 Walter Benjamin. No hay documento de cultura que no lo sea, al tiempo, de barbarie. A propósito de como el botín de guerra se coloca como un bien cultural.

2 Usamos principio de placer y principio de realidad en un sentido genérico con relación a los dos principios con los que Freud acuñó la delimitación del terreno del inconsciente, así como estableció que la búsqueda de placer sería el motor del mismo. Hay que señalar que dichos presupuestos se modificó a lo largo de su obra, además de tener en cuenta las interesantes aportaciones que Lacan hace al respecto. Véase por ejemplo primeros capítulos del Seminario de la Ética.

3 Lacan, J. Prefacio a la Edición inglesa. Otros escritos pag 599: Observemos que el psicoanálisis desde que ex-siste ha cambiado.

4 Menos meta y más con: cinco motivos para cuestionar el metaverso (Nuria Oliver, Cecilia Castaño y Mª Ángeles Sallé). El País 25.8.22.

5 Entrevista de Ima Sanchís a Edgar Martín-Blás, experto en metaverso, publicada en La Vanguardia el 1 de septiembre de 2022 bajo el título: En el metaverso viviremos experiencias increíbles.

6 Ibidem.

7 Lacan, J Seminario X La angustia. Paidós. Cap XXII De lo anal al ideal en especial pag. 332.

8 El abuso del término es manifiesto al corresponder éste al principio que rige en el proceso secundario descrito por Freud como forma de actuar el inconsciente. Mediante esta identidad de percepción se traduce una experiencia nueva en una ya conocida, inclusive por alucinación dado que lo que prima es el deseo de restaurar la experiencia originaria que, sin embargo, estará perdida para siempre. Véase por ej para tomar el término en rigor Cap VII La Interpretación de los sueños.

9 Cavafis. Poesía completa. Alianza Editorial, Poema Ítaca. (Se encuentra en internet).

10 Menos meta y más con: cinco motivos para cuestionar el metaverso (Nuria Oliver, Cecilia Castaño y Mª Ángeles Sallé). El País 25.8.22.

11 Lacan, J Seminario Los Cuatro Conceptos.

12 Entrevista Ima Sanchís ya citada.

13 El psicoanálisis (Revista de la Escuela lacaniana de Psicoanálisis) Nº 39.  Entrevista de la Revista Italiana de Panorama a Lacan en 1974. En ella Lacan utiliza pájaro voraz como metáfora de lo Real.

14 Lacan, J Seminario XXIII Véase Cap. 2.

15 El nudo borromeo corresponde a un intento de Lacan en los últimos años de su enseñanza de dotarse/dotarnos de un útil para abordar la clínica de manera más operativa. Consultar por ej Schejtman F  Ed Grama, Ensayos de clínica psicoanalítica modal pag 130/131, También  Cevasco, R Centro de investigación Psicoanálisis y sociedad Hacia una clínica borronea paso a paso y por supuesto los últimos seminarios de Lacan J en especial el ya citado El Sinthome Ed Paidos.

16 Aludimos aquí la formulación que Lacan hace de este sistema económico en discurso, en Milan 1972. Se puede encontrar en internet https://ecole-lacanienne.net/.