Publicado el 30/08/2016

Histerias del siglo XXI

Puesto que nuestro tema clínico del módulo es la histeria y sus variaciones contemporáneas, he optado por abrir el curso tratando de interrogar sus variaciones contemporáneas. Para los que habéis asistido al seminario del Colegio del curso pasado sobre los cuatro discursos (de próxima publicación ) , las fórmulas de los discursos que he escrito en la pizarra no os resultarán extrañas. Para algunos serán menos familiares, pero no os preocupéis porque se irán esclareciendo en el desarrollo del módulo clínico, donde vamos a tener ocasión de ver distintos casos de histerias clásicas y contemporáneas. Así, mi charla de hoy se animará después con los casos clínicos del módulo.

El título “histerias del siglo XXI” os habrá sonado equívoco: es deliberadamente equívoco. En él podemos oír lo que fuera del psicoanálisis se llama “histeria” que ha adquirido un uso de sentido extendido. Es un término que hoy es cada vez más utilizado mediáticamente para hablar de histeria sociales o histerias colectivas, generadas por los medios de comunicación, en su permanente difusión de alarma social. Se llaman histerias a todos esos aspavientos, agitaciones, quejas, estremecimientos, temores…sobre nuestra convulsa sociedad. Hoy, los media no cesan de difundir incontrolables peligros que nos acechan por todas partes: en nuestros niños, en los alumnos, en las parejas… por todas partes se advierte del peligro. Pero hay que ver que los medios de comunicación, de esta manera, lo que hacen es dar figuras al miedo; agitan figuras de miedos como una forma más de la sociedad del espectáculo, mediática, para disfrazar la angustia con estas expectativas ansiosas. El miedo es la expectativa ante un peligro anunciado;  está siempre ahí para dar una figura a la angustia y que no surja la angustia. Y me parece que nos muestra hasta qué punto el yo narcisista de la sociedad del espectáculo es un recurso muy precario: todos esos simulacros de felicidad que se ofrecen al yo es un engañoso refugio imaginario, poco seguro para el desamparo de la falta en ser del sujeto. El yo narcisista no puede sino dejar estallar por todas partes lo real que no puede eliminar, y surge  lo que se pretendía tapar con lo Imaginario de lo que falla en lo simbólico. Que aparece, hoy sobre todo, -no me quiero extender mucho sobre este punto- como dos vertientes del estatuto del sujeto del capitalismo (ligado al S1 y movido por el objeto a), por lo tanto del sujeto en lo social, no de los sujetos cada uno en su singularidad, como sujetos de un inconsciente.

Aquí he puesto cuatro formas de escribir el discurso del capitalismo, según qué elemento aparece en el cenit social: el Sujeto tachado, el S1, el S2, o el objeto a. La fórmula, en realidad, es la misma, porque en éste discurso desaparecen los lugares; desaparece la imposibilidad y el vínculo social, y es una rueda que gira implacablemente. Me dió la pista Bernard Nominé cuando escribió, en el seminario de los discursos, el año pasado,  la forma pervertida capitalista del saber, con el S2 arriba a la izquierda. Luego me he dado cuenta de que esta manera de ir girando la escritura del discurso capitalista , da bastantes pistas también para pensar cómo es la réplica que algunas formas de la histeria presentan al amo capitalista. Es lo que he llamado “histeria capitalista” para distinguirla de la histeria que se mantiene en el discurso histérico.

Me había dado otra pista Lacan cuando habla, en Radiofonía, “del ascenso hoy al cenit social del objeto a”: en la medida que ese objeto aparece vacío, causa angustia ; de ahí que la angustia es el afecto princeps del sujeto contemporáneo. Pero también hay otras formas de desasosiego y ansiedad cuando emerge lo real de ese objeto a no como vacío, como causa, sino como exceso para el cuerpo, como plus de goce. Entonces, pensaba que en este rueda del discurso capitalista, que gira incesantemente , en cada momento, o en cada sitio del mundo, es alguno de los 4 elementos el que está en el cenit social ; son giros y alternancias que no constituyen los cortes de una historia. Por eso se habla del “fin de la historia”.

Hay un libro que os recomiendo, muy interesante : “En qué mundo vivimos” (Conversaciones de Mayte Pascual con Miguel Castells , publicadas en Alianza editorial) en el que Castells narra muy bien la incidencia de lo que llama “la sociedad en red” – la sociedad global, en las redes de poder, de saber, tecnológicas, mafiosas etc. – en el discurso capitalista. “¿Quien controla a quien?, nadie, realmente, aunque el capital y los estados sean fuentes de dominación”. Castells explica la incidencia que tiene la sociedad en red en nuestras vidas, comenzando por la incidencia en el espacio y el tiempo. A mí me ha aclarado mucho la incidencia del D.C sobre el espacio y el tiempo, en lo que se llama la deslocalización: el significante Amo no está localizado , está por todas partes pero es inasible, inatrapable; la deslocalización también del sujeto, su errática falta de identidad . Sobre el tiempo, Castells explica la “eliminación de la secuencia temporal” para romper el tiempo historizado secuencial y hacer funcionar el tiempo como”atemporal”, en permanentes instantes en inmediatez , sin intervalo, sin secuencia. Justamente todas estas “histeria sociales” son fugazmente mediáticas: aparecen en un momento, luego se olvidan, luego aparecen otras. Ahora es la alarma de los niños del Bullying , también es la anorexia en las chicas, luego son las maltratadas, luego es el terrorismo, luego, los riesgos del tabaco, luego … yo que sé, pues ahora la última campaña que acabo de escuchar en la radio es “hay que concienciar a las niñas de los riesgos del cáncer de mama” ¡! , pero en realidad es para justificar una nueva campaña para vender un nuevo modelo de muñeca Barbie “solidaria”, ya que el cáncer de mama se pinta con un logo rosa…, En fin, todo eso va pasando, girando pero no hace síntoma social, pues suscita respuestas ideológicas , pero sin que surjan preguntas sobre lo que estos fenómenos indican de lo que no marcha en lo real en el D.C. No son emergencias del discurso histérico como interpelación al amo de nuestra época .

Entonces, en cada momento hay uno de los elementos que está en ascenso, en el cenit social, y otros que están abajo como producto. Podemos decir que en los tiempos florecientes del capitalismo, el sujeto estaba arriba, es el sujeto de la libre empresa, este individuo que funcionan bien en la sociedad del espectáculo. Pero rápidamente aparece en el cenit lo real del objeto y ahí empiezan las angustias y todo lo que el goce desbarata en lo social,. Luego será el saber en un momento dado, los saberes tecnológicos, la inflación de un saber desbocado etc. y luego lo que Lacan llama las “emergencias inatacables” cuando es el significante Amo el que está en el cenit, lo que llama las emergencias del amo como “orden de hierro”. Ahí podemos ver todos los órdenes de hierro de los neofascismos, los fundamentalismos, de las políticas neocon y todos los órdenes de hierro que aún no hemos visto. Justamente, estas llamadas histerias colectivas están ahí para mostrar a los desamparados sujetos – S(tachado) – empujados a adherirse a los significantes Amos de la época. Los significantes Amos de la época de estas políticas que llamo neocon son control y seguridad fundamentalmente. Así veremos en el discurso de las histéricas el significante control-descontrol y la queja de la inseguridad, que surgen permanentemente como la oscilación en la que se mueve esa verdad del amo que desenmascara la histérica : falta en el control , falta de control, falta de seguridad . La histérica siempre desenmascara las faltas según los significantes Amos de su tiempo. Están las políticas del orden de hierro del significante Amo, de derechas, pero también otras políticas, que aparecen más del lado del saber, del saber que pretende incidir sobre los cuerpos , lo que se llaman políticas preventivas, educativas, más propias de las ideologías socialdemócratas.

No me quiero extender hoy en este tema pero sí quería situar que según el elemento que éste en el cenit social en cada momento, también vamos a ver cómo ésto va moviendo, empujando al sujeto a distintas situaciones de impasse. He dicho que las llamadas “histerias” sociales de hoy no tienen nada que ver con una nueva emergencia del discurso histérico. Las emergencias del discurso histérico se han dado en los momentos de la historia en que el discurso histérico era un cuarto de vuelta sobre el discurso del amo. Como hoy, el D.C. no es el discurso del Amo sino una perversión del discurso del Amo, las emergencias del discurso histérico se hacen más difíciles. Lacan plantea, en el Seminario XVII, que la histeria, históricamente, ha tenido como incidencia la puesta a punto de nuevos deseos, el descubrimiento de nuevos saberes. Tenemos las histéricas de Freud que dictaron a Freud el saber reprimido de lo sexual, un saber que sin ellas no hubiera salido a la luz. El efecto del discurso histérico es promover un nuevo lazo social distinto del discurso del Amo, un lazo libidinal, y generar un nuevo saber, poner a punto, convocar, empujar al amo a un nuevo deseo. Pues bien, no es así en todos estos fenómenos que he llamado de “histerias sociales”. No son epidemias histéricas por identificación histérica, de tal modo que  ese terminó mediático de “histeria” no tiene nada que ver con lo que llamamos histeria en psicoanálisis. A veces se dan en los grupos epidemias de histeria colectiva por identificación, pero sólo hace síntoma en el discurso histérico lo que pone en cuestión la ley del amo.

Las alarmas sociales, se cultivan para convocar una adhesión por sugestión a los significantes Amos agitados por los media, al servicio del poder. Por eso conviene al poder cultivar el miedo en los sujetos. De ahí la búsqueda de amarras del sujeto a nuevos amos que controlen, den seguridad, etc. para confortar al desamparado y errático sujeto. Precisamente sobre la virtud revolucionaria, a sus expensas, del discurso histérico, Lacan sitúa una, al final del seminario XVII, (p.218) “el D.H permitió el paso decisivo de dar sentido a lo que Marx articuló históricamente. A saber, que hay acontecimientos históricos que solo se juegan en término de síntomas”. Cuando dice esto, apunta a la puesta en función sintomática de la falta del sujeto que es lo que hace la histérica en el discurso histérico, en una estructura. Ese vacío de identidad está puesto en función en un lazo con el otro, atrae al amo al lugar del Otro y eso es lo que permite histerizarse-historizarse al sujeto. De ahí que Lacan escribirá tantas veces histeria = historia. Pero hoy las redes globales, como decía antes, han deslocalizado al amo en el espacio y han trastocado el tiempo, creando esa conexión global-desconexión local en el espacio y ese tiempo atemporal que no se inscribe en las huellas del inconsciente. Los fenómenos sociales hoy no hacen síntoma, pues raramente constituyen- ya lo he evocado antes-como en el discurso histérico, una pregunta al Otro, que es la clave del discurso de la histeria, en la flecha dirigida al Otro. Al sujeto histérico lo tenemos aquí dirigido al amo atraído al lugar del Otro. Los lugares del discurso histérico  son deseo, verdad, otro y pérdida (escritos en la pizarra). Los fenómenos sociales hoy se deforman con respuestas de todo tipo, para que no cuestionen el régimen de poder imperante. Para que constituyeran síntomas sociales tendrían que dar cabida al enigma de la causa en el lugar de la verdad del discurso, el enigma de la causa que interrogara al amo del tiempo. Como en el discurso capitalista no hay lugares, no hay por ende ni verdad ni pérdida, ni deseo que se conecte libidinalmente al lugar del Otro.

II

Entrando ya en lo que en psicoanálisis es la histeria, las pregunta que desde la clínica podemos hacernos los psicoanalistas a la luz de estos nuevos cambios de la época, son al menos dos :

la primera , ¿cual son los modos de emergencia del discurso histérico en los actuales síntomas histéricos?. Pues que no haya fenómenos sociales tomados discursivamente como síntomas sociales, no quiere decir que no haya en los sujetos, sufrimiento, malestar, síntomas particulares.

 La segunda pregunta que me he planteado es ¿ qué devienen los sujetos histéricos cuando no logran sostenerse con el amor de su padre , con esa “armazón” que mantiene su cuerpo dentro de un lazo de deseo ligado al padre? Lacan definirá de una forma sencilla, más topológica que en la lógica de los discursos, que “la histérica se sostiene con una armazón que es distinta de su consciente y que es el amor por su padre “ y que eso es lo que le da la forma topológica de. “trique “ ( en francés, en la traducción española he encontrado tranca, matraca, lo que pasa es que tienen resonancias de sentido, una cosa es que la histérica pueda dar la matraca, pero no se refiere Lacan a eso, no se trata de un sentido, está hablando de una figura topológica) . Es un modo de anudamiento RSI (real, simbólico, imaginario) que constituye el síntoma histérico, que permite sostener su cuerpo y su relación de palabra con el otro, pero por la vía de ese vínculo libidinal al amo idealizado que es el amor del padre. “La montura es la cadena, la cadena de las generaciones” ( citas del Seminario del 14 de diciembre del 76, en Ornicar? Nº 12/13). Vemos que en la referencia a la “cadena de generaciones”, seguimos encontrando en la histeria a la historia , la historia que liga a las generaciones entre ellas.

Creo que hay emergencias clínicas de hoy que no son del discurso histérico, que se llama síntomas aunque no sean síntomas propiamente dichos y que precisamente muestran el fracaso del sujeto del síntoma, o mejor dicho, un desistir de sostenerse en el amor del padre. Cuando ya nada es esperado del amo puesto en el lugar del Otro, puede fracturarse el discurso histérico, el vínculo del sujeto al otro y entonces van a aparecer estas respuestas histéricas en cortocircuito que son el acting-out y el paso al acto, en formas cada vez variables. Así vamos a ver formas de respuestas nuevas que las histéricas están inventando por el fracaso del amor del padre idealizado y que son correlativas del goce capitalista reducido al plus-de-goce.

Del síntoma histérico, Lacan dice “que es el único tipo clínico que resulta de la estructura”, por eso podemos situar en una estructura la lógica del síntoma aunque el sentido de los síntomas de cada histérica será particular. Pero en cuanto a estructura, que es lo que se puede formalizar, se acerca a lo real, pues es la única neurosis que deviene estructura. Al final, Lacan dirá que el síntoma histérico “no está interesado sino por otro síntoma”; “el síntoma histérico es síntoma para LOM ( neologismo de Lacan que suena como “el hombre”, en francés, “l’homme” ) por interesar al síntoma del otro como tal: lo que no exige el cuerpo a cuerpo” ( Lo dice en “ Joyce le symptôme” que no está traducido) Es una fórmula que suena rara, pero luego no lo es tanto. Atención, porque muchas veces he oído comentarios en los que me he dado cuenta que se cita con un ligero deslizamiento. Pues Lacan no dice que el sujeto histérico se interese por el síntoma del otro , sino que es el síntoma histérico el que está ligado al síntoma del otro e interesado por otro síntoma . De hecho, el sujeto histerico no quiere saber mucho del síntoma del otro en cuanto es lo que quiebra , divide al otro, y le hace sufrir al otro como humano. Ya que al otro, la histérica lo ve como Uno, como Otro consistente . En su deseo se dirige al Otro pero que no es el Otro marcado por la falta , es el Uno que da figura al S1. El síntoma histérico como tal, el que la histérica desconoce de qué manera está tramado , es ese lazo de síntoma como “acontecimiento de cuerpo”,  dice Lacan, que contraría su deseo de sujeto. El síntoma como acontecimiento de cuerpo es lo que está ligado al síntoma del padre o de las figuras sustitutivas del amo idealizado. Estamos acostumbrados al padre de la histérica de la familia tradicional, pero ahora tal como están las familias y los modos de vida social, hay muchas otras figuras del amo idealizado que no son el genitor, hay las figuras familiares de hermanos, tíos, maestros, partenaires de distinto pelaje . Amos idealizados los hay aunque no haya un padre como marido de la madre o como genitor.

El sujeto histérico, en su deseo, puede estar desligado del Uno en presencia real, – Lacan dice que no hace falta el cuerpo a cuerpo- y la histérica puede no amarlo más, pero para su tormento y su incesante sufrimiento , su síntoma persiste: es no dejar de tener a ese otro, a ese hombre en la cabeza, y en el malestar de su cuerpo , ese es su síntoma. Así que tantas bellas almas que recomiendan a las mujeres separarse de los hombres que las enferman, no entienden nada de cómo las histéricas a veces están más enganchadas a ese Uno cuanto más ausente está en el cuerpo a cuerpo. Más enganchadas que cuando estaban unidas a ese partenaire en el lazo de pareja en el cuerpo a cuerpo sexual, o en la convivencia familiar. La ausencia del cuerpo a cuerpo no deshace el lazo de goce que es el del síntoma histérico como acontecimiento de cuerpo en ella con el síntoma del otro. Este lazo de la histérica con el síntoma de quien muy frecuentemente sí que es su amado padre es inconsciente, insabido por el sujeto.

El síntoma histérico se prende a las marcas, a las marcas, diría, imperdibles del Uno. Digo marcas imperdibles porque precisamente en el discurso histérico lo que es imperdible es el nudo de goce en el fantasma . Siempre nos fijamos en lo que es más visible en la escena, en ese modo histérico de ir a la falta del otro y de suscitar la falta en el otro, para sostener el deseo del otro, para hacer desear al otro – toda esta vertiente que está en la escena relacional de lazo e imposibilidad de hacer Uno con el Otro. Pero nos solemos fijar bastante menos en lo que hace la trama oculta de esa escena: el nudo de goce en el fantasma histérico, lo que ella ignora de su verdad, que es inconsciente. El sujeto no puede saber de ese lazo sintomático de su goce con el síntoma del otro, porque el objeto que está aquí debajo, en el lugar de la verdad oculta, es lo que está conectado en el fantasma con el significante Amo. Por eso digo el significante Amo imperdible, a diferencia de lo que ha de producirse en el análisis: perder ese significante Amo. El discurso del analista es el único que puede llevar a la histérica a perder su atadura de goce al Uno y a desprenderse de este lazo histérico con el síntoma del otro. El síntoma histérico se prende a esas marcas de los significantes del Otro por el surgimiento traumático de goce que perturbó el cuerpo. Así, el síntoma histérico es el paradigma del síntoma como anudamiento de las palabras y del goce del cuerpo. Es lo que Freud vió en la histeria cuando forjó la hipótesis del inconsciente como representaciones reprimidas que retornan en el síntoma de conversión somática, en una “inconmovible simbolización”.

Respecto a este punto del síntoma que conecta el ser objetal en el fantasma del sujeto al Otro-Uno sin que el sujeto lo sepa, una “maltratada”, me dirá : “sigo atada a él, (al hombre del que está separada ya) por el miedo, no hay solución en mi cabeza siempre sus palabras han pesado sobre mí para martirizarme. Estas mujeres que se identifican a ser “las maltratadas“, están en posición de enganche al significante amo, pero esto se podría decir de cualquier histérica , no dice una particularidad, dicen solo de atadura a las palabras del partenaire , una atadura que tiene en su mente y que la distancia de los cuerpos no resuelve.

Los síntomas de conversión que permiten leer los significantes del Otro que lo recortan enigmáticamente como un saber en el cuerpo, son hoy menos frecuentes que en los tiempos de los síntomas de conversión freudianos. El cuerpo de la histérica ya no es un cuerpo – teatro, representación, con un guión, texto enigmático a descifrar. Freud, a poco que hiciera hablar los significantes de los síntomas de conversión obtenía toda una cadena de significantes, vía el hilo de las asociaciones y de las huellas del saber del inconsciente que inscriben en una historia las huellas de la verdad de un sujeto. Hoy vemos igualmente florecer síntomas de conversión pero sin conexión al sentido en la asociación libre; son “sentido-gozado” en su sinsentido, marcas del significante Amo, traumáticas, que no se empalman con el saber del inconsciente; no enganchan con el saber del inconsciente espontáneamente en la palabra de las pacientes. Eso, porque el lazo social con el saber está roto en el discurso capitalista, y las histéricas presentan hoy cada vez más sus síntomas de conversión obturados por las respuestas de los médicos, sin que abran una falla en el saber, una llamada al saber, incluso bajo transferencia .

 En el D.C. no hay vínculo entre el sujeto y el saber, de ahí que lo normal en la ideología social de hoy es encontrarse con síntomas en los que, para el sujeto, no está para nada la suposición transferencial del Sujeto supuesto Saber el sentido del síntoma y que ese síntoma quiera decir algo que se pueda descifrar con un saber. Para resumir esto : los cuerpos de hoy no “hablan” produciendo el saber del Otro como los de las histéricas de antaño, de las “bocas de oro”. Hay un fracaso en la producción de saber del síntoma histérico. Lacan dirá que no es seguro que la histeria hoy pueda seguir siendo una neurosis. ¿Qué quiere decir ésto, que no es ya una neurosis?. Pues síntomas histéricos los hay, síntomas sufrientes y mucho, a veces muy graves, que suscitan intervenciones médicas tremendas. Lacan lo esclarece: dice que “ la histeria se ha desplazado al campo social” , y también “ que quizás bajo la forma de la chifladura psicoanalítica” . De tal modo que la histeria hoy como síntoma, como síntoma en su discurso se ve más, hoy, pienso, como imposible vínculo del sujeto con el Otro. Es esa imposibilidad, ese real de la imposibilidad del discurso histérico la que hace síntoma en el terreno de los vínculos. La mayoría de los sujetos histéricos vienen a vernos a los analistas menos por sus síntomas de conversión que por su “drama relacional”. Su sufrimiento, su malestar tiene que ver con el drama sintomático que cifra la imposibilidad de un vínculo deseado con una pareja, no sólo de la pareja hombre – mujer, también de otras parejas. Es decir que el sujeto, cuyo deseo es falta, esa falta que hiende la mente en un no saber, está vinculado con el otro visto como amo consistente y ahí, es esa quiebra, esa forma de imposibilidad lo que aparece como un síntoma en una impotencia del sujeto o atribuida al otro. Es síntoma instalado en el vínculo propiamente, en el cuerpo, pero en el vínculo y además ese Uno visto como Otro consistente, es un Otro en que el saber de su palabrería es pura pérdida, pura pérdida del discurso e impotente en captar el ser de goce de la histérica.

Decía antes que lo que queda invisible debajo de la escena, tan invisible para el sujeto como para el Otro- por mucho que el otro busque saber de ello- es el enigma del objeto causal que se liga al significante Amo como verdad del síntoma. Objeto del que el sujeto, repito, nada sabe. Así que si vamos a preguntarle a esta “maltratada” , ¿ y usted por qué sigue enganchada a este marido que la trató tan mal, si además hace tiempo que no está con él?, dirá “no sé, pero no me lo puedo quitar de la cabeza y toda mi vida ha estado unida al sufrimiento de ese tormento” . Del objeto del que sujeto nada sabe, que es la verdad oculta, esta mujer que he citado, dice “no sabré nunca por qué , además a él , siempre lo veo por encima de mí como el aceite” . Ella, puede decir algo de su identificación fantasmática- creo que hay muchas histéricas hoy que se presentan en la clínica pudiendo decir algo de su estilo de identificación fantasmática, desgranando las significaciones con las que el Otro las ha designado en su ser , para seguir apegadas a esas significaciones. Por ejemplo, esta mujer se sitúa como “la tonta útil”; ha sido la tonta útil sierva del goce del amo. Dice que su marido la ha abandonado cuando ha dejado de ser la tonta útil. Ahí logro que hable un poquito más de su historia infantil y aparece de nuevo más sentido de su identificación fantasmática, no aparece otra cosa: que ella para su madre era la “tonta inútil”, de la que poco cabía esperar en comparación con el “listo” del hermano mayor del que su madre esperaba todo. Se agarra al sentido de su ser como objeto del Otro, es el sentido que fabrica el fantasma del ser del sujeto como objeto designado por palabras del otro, en este caso palabras de la madre, efecto de los significantes en lo imaginario, que no tienen incidencia en el goce que late, inasible al sujeto como verdad del discurso. “Soy eso que dices”, sufre la histérica, pero pidiendo “dime que ser para tu deseo”.

Desgranar esa incidencia de sentido de los significantes en lo imaginario, de los efectos de sentido del fantasma, no hace apertura al inconsciente. De hecho, cuando hablamos de los casos clínicos lo comprobamos muchas veces; es vano en el encuentro clínico con una histérica que esperemos su entrada en el discurso analítico, – es decir el paso del sujeto al lugar del Otro del trabajo – sólo desde la queja del síntoma histérico en tanto que queja que hace pregunta al otro, pero nada más, y que no vuelve sobre el sujeto. Pero es también inútil que pensemos que puede darse el paso del discurso histérico al discurso analítico solamente desde el lamento del sentido que envuelve lo imaginario de las identificaciones, por ejemplo lo que esta mujer me ha hecho saber ; me ha hecho saber una serie de cosas de su historia infantil, etc., pero como ella bien dice, eso no le sirve para nada y ahí está lo inútil como pérdida del poco saber que produce en el Otro , que no va muy lejos;  cada sesión reitera “yo sigo lo mismo”, pero con una demanda terapéutica peculiar : “¿no me podrían sofronizar y sacarme a este hombre de la cabeza, para borrarlo de mi mente o para que expulse fuera de mi algo?”. No sabe qué es ese “algo”, pero dice haber oído que con la sofronización “se expulsan cosas y uno se libera”. Es decir que como sujeto, en su falta bien alojada en el discurso histérico pide un amo que la hipnotice aún más de lo que la hipnotizó su marido, pero sin que ella tenga que hacer otra cosa que ponerse en manos del otro ; de hecho se lamenta de haber sido siempre conformista. Dice “he sido conformista toda mi vida”, pues ella nunca pensó en liberarse de ese marido que la maltrataba en palabras y actos, “nunca pensé mi vida fuera de él, era mi destino” . Fue él quien se separó, no ella; él se separó cuando dejó de servirle como tonta útil , dice. ¿A qué se refiere con eso?. Al momento en que ella toma las riendas de un negocio de ambos sin dejarle a él ya más hacer las trampas en ese negocio que daban beneficio a este hombre , que es un tramposo y un cínico redomado,- esto no lo ignora . Cuando a todo el beneficio de goce que él obtenía de ella , ella le pone límite , desde la posición de la ley moral de su deseo , él se desentiende de ella. “Yo soy de ley”, dice . Ella está orgullosa de haber hecho al fin rentable el negocio siendo legal, a diferenta del marido. Pero su ley histérica de intentar vaciar, hacer un agujero en el goce cínico de su marido y tratar de suscitar otro deseo en él, fracasa .

Fracasa la empresa histérica de hacer desear a ese otro como ella esperaba y más bien lo que ocurre , para caída depresiva de ella, es que él se separa y la abandona, llevándose todos los bienes y con una cantidad de beneficio económico que ella ha consentido por su pasividad “depresiva” . Por primera vez en la vida se sorprende al decir que no fue la tonta útil, porque ese negocio llevado por ella “con ley” , se ha hecho mucho mas rentable que cuando lo llevaba su marido . Ahí está la vertiente de un deseo y de un triunfo histérico, pero que se salda para ella en su caída fuera del deseo de él, y sin dejar de esperar algo en este lazo sufriente a este hombre que no la habría amado nunca, a decir de ella. Es un ejemplo sencillo como veis, como cualquier otro de los que abundan hoy sobre síntomas histéricos prendidos en el lazo histérico discursivo en el que , cuando caen los velos del amor al amo y cuando la histérica pierde los oropeles fálicos que le daban agálmico lugar de objeto en el deseo del otro, lo que queda , es el tormento real y el síntoma histérico como un goce intocado que está ahí uniendo palabras y cuerpo, mente y ser, en alternancia con la identificación depresiva al objeto caído del Amo.

La histérica en sus síntomas, sean las modalidades clásicas o las actuales, mientras se mantenga en el lazo del discurso histérico, es decir en un síntoma que se conecta al Otro y pasa por los significantes, aunque esos significantes no se empalmen con el saber, manifiesta lo real como imposibilidad de la pareja, no cualquier pareja, es la pareja fantasmática que ella forja para hacer desear lo indeseado por el otro. Forja pareja con el Uno para hacerle desear lo indeseado por él, es el síntoma histérico más frecuente en el campo de los vínculos humanos. Como sabemos por la clínica es estar “enferma del hombre” y eso agrupa a las histéricas en sus identificaciones; son esas mujeres que se reúnen para contarse sus dramas con los hombres y participar juntas en las penas de amor de unas y en los sinsabores y quejas de sus “insatisfactorias” parejas. O bien alimentan esas “filias” con los hombres, que Lacan llamó de la histérica “enalmorada” – enamorada del alma- la amante del alma del amigo con el que ambos gozan abriendo sus corazones.

Enferma del hombre lo está por hacerse enferma de la verdad y del rechazo del cuerpo que se opone al significante Amo. El síntoma histérico, diría, es un doble rechazo del Otro como Otro, de ese Otro que tanto dice la histérica añorar en su deseo. Se habla mucho del deseo histérico que vincula al sujeto con el otro, pero es que no es el Otro; el sujeto lo llama otro porque lo atrae al lugar del Otro vía la falta, pero es el Uno, el “a marcar con la falta”. Puede ser el Uno fálico o el Uno del significante Amo, es decir no es el Otro como tal, en su alteridad. Pues su síntoma, su enfermedad, la enfermedad de su drama de desamor o de insatisfacción de su deseo es que busca justo lo que rechaza en el encuentro, y en el cuerpo. Lo que busca es justo lo que rechaza de goce en el encuentro con el otro ; busca qué objeto ser en el deseo del otro esperado, al tiempo que cuando le llega el deseo inesperado de un hombre ella no responde presente y se sustrae a ese deseo como cuerpo . Es un rechazo del cuerpo: ella parece presente pero se ausenta fuera del cuerpo a cuerpo en su cabeza, como sujeto amo, rechazando el goce que en su cuerpo le haría perder la cabeza. O no responde cuando el otro deseante la busca, para faltarle o lo busca sólo cuando es el otro el que se ausenta de ella. Son estrategias, intrigas diversas, que responden todas a la misma lógica implacable e insabida por el sujeto que son su vía de hacer del Uno no deseante un Otro deseante y hacer del Otro deseante que le angustia , en su fantasma, un Uno gozante al que faltar.

Para resumir este punto: por un lado, el sujeto histérico no paga el precio de pasar por la angustia como lo insondable del deseo del Otro, pero por otro, no paga el precio de entregar lo insabido de su ser a lo insabido del deseo del Otro y precisamente para eludir pagar ese precio interpela al Amo. Lacan dice al final del seminario XVII (pág. 219). “El psicoanalista sólo tuvo que escuchar lo que decía la histérica” : “ quiero un hombre que sepa hacer el amor, cuando el hombre responde sí, se detiene justo, en que es en efecto alguien que sepa “ , “pero para hacer el amor, va dada, que espere sentada pues si no la castración está en la cita “ . Es decir que en ese deseo que solicita al amo, en su “muéstrame como respondes como hombre”, ahí lo que está prometido al otro es la castración . Hacer el amor y saber hacer el amor se excluyen. Los gurus de las sectas que alimentan tantas técnicas terapéuticas hoy son esos que dicen a las histéricas saber cómo se hace el amor y el resultado es de privación y de goces tormentosos, ya lo relatan esas fieles adeptas. Así, responder a la histérica como amo del saber es lo peor, lo peor, es decir el mejor modo de satisfacerla cómo histérica. Lacan decía que el mejor modo de curar los síntomas corporales de una histérica es satisfacer su deseo histérico, pero satisfacerla cómo histérica es camino cerrado a satisfacerla cómo mujer en tanto que hombre y a satisfacerse como hombre de ella cómo mujer. Por eso digo lo mejor para la histérica, lo peor para una mujer. La clínica de la histeria muestra hoy frecuentemente, a mi entender, lo aciago del amor al amo, al maestro, al que “sepa” de las mujeres, a los que ofrecen saberes como aquellos que “sabrían “ de las mujeres y las cosas del amor.

 Esa clínica de lo aciago del amor al Amo se ve en eso que se llaman depresiones, bajo cuyo nombre se reúnen las histéricas. Esa depresión es la caída melancólica de reducirse a ser el objeto a cómo caída, como producto sobrante del amo, o como mero medio de goce del que quiere darse poder desde el semblante de su saber. Un ejemplo de estas depresiones histéricas: una histérica aborda en su análisis la experiencia traumática dolorosa que le sume en una tristeza sin nombre. El profesor del que ella ha sido atentamente receptora de su saber, cuando ella le da a leer una tesis doctoral, cosecha de ella , él no aprecia en la obra ninguna valía propia de ella, nada que faltara en el saber de él, y sólo la celebra como obra que encumbra el saber de él y alimenta el goce de su infatuado narcisismo. Es un ejemplo de estas nuevas figuras de amo que se esconden detrás de la”bondad” del sabe: detrás de la generosidad de dispensar el saber lo que hay es una voluntad de poder. A ella se le cae más que el alma a los pies, pues ese sabio profesor, se revela animado entonces sólo por la voluntad de poder y ella se reduce a ser o un objeto consumido – un objeto para el goce del otro- o un objeto rechazado, ignorado, no apreciado en el universo del discurso. Su tristeza y su dolor son proporcionales al anhelo libidinal que la unía a el. Pero esa experiencia , siente, no es sino repetición de lo padecido ya en su historia : ser abandonada, ignorada o denostada con lo cual, diciendo esto no sale del sentido de su fantasma, así que la invito a preguntarse por qué elige, para esperar ser alojada en su aprecio, justo a quien no lo hará. Y cuestiono su triste afirmación de que su problema, su síntoma, sería “desear ser deseada y amada “, (pues eso es estructural en una mujer) . Lo que es patológico, es decir lo que es propio de la lógica de la histeria es buscar ser deseada ahí donde eso no se da. Ella de hecho ya había atisbando que ese profesor no reconoce más valía de ser que el propio, y creyéndose el único, no daría cabida jamás a la alteridad ni de ella ni de nadie. Dar vueltas al sentido del fantasma de ser abandonada, no la saca de su melancolía, ni la hace avanzar en el análisis. Tendrá que responder sobre el enigma de esas elecciones que dice repetitivas en su experiencia y de las que descubre que son las que alimentan su ilusión de poder algo sobre el otro, por ese “algo” que faltaría a ese Uno que pretende no faltar de nada , en su “yocracia” universitaria. No poder nada sobre el goce del otro ¿no es un nombre de la castración?, y ahí, se abre el abismo de la angustia. Es el punto en el que puede a empezar a caer la identificación fálica del fantasma para experimentar una destitución subjetiva.

Resumo lo dicho a partir de este ejemplo clínico: el síntoma histérico organizado por el lazo de su discurso, a veces síntoma muy industrioso como es el caso de tantas histéricas, hace subir a la escena la falta del amo, la falta que el amo quiere ignorar en él o la falta que la histérica imagina que el otro ignora en él. La caída melancólica, sintiéndose lo inútil del discurso, su resto, indica el fracaso de ese amoroso lazo al amo. Pero si hoy hay más caídas melancólicas, llamadas depresiones cíclicas, y más sufrientes síntomas histéricos que tienen menos de denotación sintomática fálica , es que el amo de hoy, del capitalismo no se deja desenmascarar fácilmente. Porque lo que triunfa es el cinismo y la infatuación narcisista, ésa es la ley que domina en el mundo de hoy. Lo que triunfa es la moral de que cualquiera tiene derecho al goce, es decir la de apropiarse de su plus de goce como bien le parezca a cada cual, para sepultar la falta, la castración.

Decía antes que el significante Amo de nuestro tiempo es “control” y que la histérica por ende se va a mover, manifestándose como sujeto amo , en el fracaso de esa identificación al amo en su ego, y se verá en el descontrol, descontrol en su mente, descontrol en su cuerpo, descontrol de sus afectos, descontrol sobre el otro, descontrol de lo que desea respecto a sus hijos a los que no puede someter a la ley de su deseo , de lo que aspira para ella, en fin las series interminable de variantes control–descontrol. De ahí la oscilación en las repeticiones histéricas entre lo frenético del goce del síntoma (descontrol) y las caídas depresivas. Oscilación que a veces se imbrica, como en esa forma clínica de diversos dolores corporales y cansancio inmovilizante que llaman los médicos fibromialgia con síndrome de fatiga crónica. La medicina sigue elucubrando sobre  hipótesis de etiología orgánica inverificables y sin poder concluir nada. El cuerpo de las fibromiálgicas los médicos hoy lo diagnostican con ese mapa, (aquí lo tenéis) de 11 a 18 “puntos sensibles”, “tender points “, definidos como “apresamientos fasciales superficiales”. Como veréis es una cartografía bien distinta que la que anhela ser la histérica en su ser para el otro amado: “el país del amor”. Mirad la diferencia entre el mapa de los “tender points” y la Carte du Tendre , con todos esos recorridos en el país del amor en el que el amante debe encontrar el camino del corazón de su dama. Es del siglo XVII y se elaboró colectivamente en el salón de la famosa Mademoiselle Scudéry.  Bien, lo traigo justamente para diferenciar los modos en los que aparece el anhelo histérico del amor y sin embargo lo que los síntomas histéricos revelan. Cartografía bien distinta la que la histérica entonces querría ser como país del amor de su caballero ideal soñado, y la de los trigger-points (puntos gatillo) o los “tender points” ( puntos sensibles) . Estos no metaforizan un dolor psíquico reprimido, no los veamos como síntomas de conversión a descifrar en un efecto de sentido. No se hacen descifrables en la metonimia de los significantes de una historia. En mi experiencia clínica con este tipo de síntomas, lo que se cifra en estas “fibros” y estas fatigas crónicas, es que el cuerpo de la histérica no es portador de nudos significantes a leer como “discurso del Otro”. Las “fibros” cómo se las llama portan las marcas del significante Amo en las que irrumpe el goce del dolor, que no es goce de la pulsión parcial, sino confin del cuerpo en su real que va más allá de los límites del organismo.

Estos dolores fatigosos, portan lo mortífero de un goce que no se anuda con el goce de la vida . Así, el rechazo del cuerpo , contrapartida de la alienación al significante Amo , puede llegar al extremo de que, entonces, el cuerpo le retorna sintomáticamente a la histérica en su contra, como un lastre que está sóla a portar , como un “tener” del que no puede desembarazarse. El cuerpo se reduce también a ser el peso que lo inmoviliza del goce del Otro, al modo en que se experimenta el peso de una tensión extrema en el penoso despertar de las pesadillas. En el síndrome de fatiga crónica, es cansancio de no hacer nada; menos hacen, más se cansan, es decir, menos el cuerpo está movido en el deseo más aparece la fatiga y el dolor. El cuerpo se muestra como un saco real, que no se sostiene sin el deseo del Otro, pura sede del goce mortífero del Otro, aplastado o herido. Es el retorno sintomático de la acción del significante Amo sobre el cuerpo, como marca de goce, que no le deja más vida a esa histérica que la del goce del dolor. Fibros y fatigas no son descifrables directamente en el saber el inconsciente como metáforas. Ahora bien,  cuando el sujeto puede hablar de lo que han sido antes los “puntos sensibles” de su ser en su vida en lo vivido antes de eternizarse en esa inmovilidad de vida mortificada, petrificada, por el dolor corporal, es cuando podrán aparecer las coyunturas traumáticas, la angustia, la tristeza y los síntomas que en esa vida anterior la hicieron sufriente en relación al deseo como deseo del Otro. Recordará lo que dejó maltrecho su goce de la vida y su modo de acallar el dolor psíquico, renunciando lo que la animaba en su deseo y su demanda de amor, para instalarse en el silencio de una rabia sorda y jamás expresada.

 Estas formas aciagas del síntoma histérico desafían al amo del saber médico, al igual que también desafían al saber médico esos trismus que terminan llegando a dentistas y cirujanos que tienen que forzar abrir esas “bocas de plomo”, esas mandíbulas lesionada por tan largo tiempo contraídas con amargura de dientes apretados y rechinantes. A veces los trismus suceden a los bruxismos histéricos, de una rumiación que no cesa y no deja lugar a palabras. Esos síntomas, no portan la pregunta de un sujeto dirigida al Otro ni un deseo insatisfecho por identificación a la falta. Los que yo he podido ver , portan una violencia, la violencia larvada contra el amo que no le da al sujeto el lugar soñado en su fantasma; así que muestran más bien la desagradable faz de odio al que puede abocar el amor de la histérica al amo cuando lo sitúa como agente de privación de su satisfacción. Pues, a la postre, el amo del fantasma histérico aparece siempre como privador de satisfacción. Diría que son manifestaciones del síntoma histérico que están en el discurso histérico pero que muestran, no la faz de amoroso lazo con el S1, sino lo que de odio es el resultado de ese amor fallido, por eso me parece que tienen más que ver con una clínica de la violencia y del dolor mortífero que con una clínica del dolor por pérdida del amor.

Quiero abordar para terminar la segunda cuestión, esos síntomas histéricos que abundan hoy y no son propiamente síntomas, sino actings-out y pasos al acto , y que son correlativos del ascenso del objeto a al cenit social en el discurso capitalista. Ascenso que va de par con “la forclusión de la castración fuera de todos los campos de lo simbólico y la exclusión de las cosas del amor” (referencia de Lacan al discurso capitalista, frecuentemente comentada) . Bulimias, anorexias, consumos adictivos o compulsivos de las histéricas, como ese otro invento de las histéricas que es cortarse en el cuerpo, no son síntomas de amorosa alienación al significante Amo. Se los llama síntomas de “separación salvaje”, pues son cortocircuitos autistas, que no pasan por el Otro ni se vinculan al deseo del Otro . En esas manifestaciones clínicas, la histérica muestra, a mi entender, que su único partenaire es el objeto a, que su Otro se reduce a un objeto a. Ya no es el amo en el amoroso lazo histérico, sino el lazo que se da en el discurso capitalista, que es el lazo inherente a la política del fantasma: del objeto con el sujeto. La histérica, en esas “patologías del acto”, no está sometida  al Otro de la demanda ni al Otro de la falta , del deseo , del amor. Hace subir a la escena lo real del objeto a, que en el cuerpo hace agujero. Revela la verdad asubjetiva de ese goce que es substancia en exceso, que desborda al cuerpo en sus bordes erógenos : un plus y al tiempo una carencia, falta-en gozar , para el sujeto . La histérica de hoy , puede desenmascarar , así, la voluntad capitalista de reducir el goce al plus-de-goce del objeto a, que deja fuera de juego la castración en la relación con el sexo, y excluye la cuestión del vínculo entre los seres hablantes y sexuados. Sabrá servirse del objeto a, para dar la réplica al discurso capitalista, pero sin salirse de la lógica del discurso capitalista.

El discurso capitalista no conviene a la histérica pues no le ofrece un Amo al que animar en un deseo de saber lo que ella puede valer en el terreno del amor. Pero la histérica se hace cómplice de los intereses capitalistas, más de lo que cree, en proporción a cómo se dedica a erradicar del espacio de los encuentros humanos la “insubstancia femenina” (término que tomo de Lacan, en el Seminario XVII, cuando habla de las “parousias de la insubstancia femenina, ajenas, a las “ousias” de las “letosas” producidas por la Ciencia y rentables para el capitalismo, esos objetos que ocupan el lugar del objeto a) . Frente a la falta del Otro, de un Otro que le significara el valor fálico de su ser en el deseo, la histérica se protege de la angustia de lo indecible de su “insubstancia femenina “ , tratando de manejar la economía del goce del cuerpo , sin pasar por el Otro. Y muestra un real próximo al de la Ciencia, en la medida en que, para darse un ser ella sóla, se dedicará a jugar con la frontera entre lo Simbólico y lo Real, en un desafío con los límites del cuerpo.

He escrito en la pizarra esta “histeria capitalista” , en ruptura de vínculo social, y en la que se quiebra el vínculo histérico con el Uno puesto en el lugar del Otro, como una inversión del discurso capitalista . Si el D.C. hace subir al cenit el objeto a, dominando al sujeto, la histérica da la vuelta a la situación , mostrándose como sujeto amo en la escena , en el cortocircuito sujeto-objeto , sin que cambie nada en la cadena S1-S2, que queda desligada del sujeto. Es una réplica, pero sin promover un vínculo social, de ahí que estas patologías histéricas del acto no hacen vínculo social, no tienen que ver con el discurso histérico, más bien marcan la ruptura del vínculo con el amor del padre . Se me ocurrió que lo podríamos escribir así porque si tenemos aquí el objeto a , el plus de goce que domina al sujeto, que se impone al sujeto, si os fijáis cuando escribimos el discurso histérico pero quitamos el vínculo, quitamos la flecha, la imposibilidad que une al sujeto con el significante Amo del síntoma, quitamos lo discursivo del síntoma histérico, por eso he puesto en el lugar del vector roto , puntos suspensivos. El vínculo está roto, entonces ¿qué es lo que queda?. Quedaría la misma escritura del discurso capitalista, con una diferencia, que es que la histérica hace una inversión : si el objeto aparece dominando al sujeto, su acción en el paso al acto o en el acting out, sean anorexias, bulimias, u otros inventos , es que es hacer subir al cenit al sujeto y tratar de dominar al objeto, cosa que no logrará, de donde lo inane y lo nocivo de su hacer , y sus retornos de excesos que no se pueden dominar. Lo que se sigue viendo, es la impotencia del saber; lo único que está roto es el lazo del discurso con el Otro, es decir que ahí es el objeto el que empuja al sujeto a “hacerse ser “, pero hacerse sólo con el objeto, un sujeto hecho sólo con el objeto, no hecho en el vínculo con el Otro.

Ahí donde el sujeto está harto de la papilla asfixiante de los objetos con los que el otro trata de reducir su deseo, su falta, el sujeto burla al Otro, y opera directamente con el lugar del objeto, arreglándoselas sólo con su cuerpo, separándose de los imperativos del Otro familiar, y “sólo con su cuerpo”, se zafa de lo Simbólico del lenguaje y de las incertidumbres de la palabra. “Me quedo muda, nada digo, nada hago saber al otro, y luego me encierro y es el atracón “, dice una histérica, curada ya de su bulimia que se dice “nacida como hablante a la palabra“ por efecto de su análisis. Pero, comer “nada”, es, sin palabras, una forma eficaz de hacerse ego-amo del cuerpo, en el control de la privación, para vaciar todo lo que en el cuerpo es “carne” como objeto de goce del Otro. Así que en el espejo, nunca se verá la perfecta realización de la maestría del ego en anudar la imagen al vacío absoluto del objeto a, la imagen como idéntica a la falta . La anorexia es una respuesta que fabrica en lo real la “nada” como causa, pero sin pasar por los síntomas ni por el Otro; por eso es un modo como en el discurso capitalista de hacerse sujeto sólo con el objeto, y con el agujero en el cuerpo. Es respuesta de esas hijas que no encuentran el amor del padre una “armazón” para sostener su cuerpo como sede de la falta que encierre el misterio de lo deseable, una respuesta para evitar que el cuerpo se les deshaga como goce informe del Otro.

Cuando la hija no encuentra un padre del que tomar una versión de la forma falicizada, que le proporcione un envoltorio con los semblantes del deseo del padre, con sus palabras, para alojarse en su amor, puede optar por arreglárselas sin el dolor de su fallido amor por el padre. Lacan dice que hay padres que sólo pasan a sus hijas “el saber como medio de potencia”. Añadiré que, (y siguiendo lo que Lacan plantea en otros momentos de su enseñanza) , esos padres no portan la función del Nombre del Padre como “vector de la ley en el deseo”, sino como vector de la ley en el poder social del saber o del saber –hacer . Y si del lado materno, la hija no encuentra amparo para su falta, pues la madre se anticipa con sus cuidados y oferta de objetos para que la hija nada tenga que pedir, el plato estará servido. La hija anoréxica tornará su dependencia de los asfixiantes imperativos del Otro en poder sobe el Otro, para hacer depender al Otro de ella, de esa causa que será, por su acción de privación de alimento, el vacío realizado en su cuerpo.

Comer y vomitar, es otro modo de operar con el cuerpo como objeto a como agujero,  en la alternancia entre el ansia de comida del cuerpo y el acto de expulsarla del cuerpo. La bulímica dice muy bien que sólo cuando el vómito ha salido del cuerpo, ella se siente liberada y renacer como sujeto, re-hecha de nuevo instaurándose como sujeto en el paso al acto. En el paso al acto muestra que se hace sujeto sólo causado por la pérdida en lo real, esa pérdida de la pasta hedionda a la que se reduce el objeto del goce oral. Así que el imperativo del consumo, del derecho al goce, cuando para los sujetos ya no rige el deber del Otro- que ya no rija el deber del Otro es lo propio del discurso capitalista – consume a los sujetos. Anorexias, bulimias, consumos adictivos son prueba de ello. La anoréxica desenmascara la avidez del amo capitalista y muestran un deseo “puro”, como puro deseo de muerte, deseo inmortalizado, sin goce de la vida. Opta por hacerse mártir, diría, no de la “no relación sexual” como en el síntoma histérico, sino del cuerpo como asexuado.

Por último, muchas chicas hoy, bulímicas incluídas, se dedican a esta práctica del “cortarse”, que los americanos llaman “cutting”. ¿No es un paso al acto por el que se hace retorno en lo real del efecto de castración del significante Amo sobre el goce del cuerpo?, ahí donde el rechazo del cuerpo de la histérica, que la divide como sujeto, la condena a ser cuerpo abandonada a si mismo y a efectos imprevisibles e indecibles. Una chica dice : “ era sólo mi mecanismo para escapar de una situación queme hacía sentir muy mal” .Y otra : “comienza cuando sucede algo muy triste y uno no sabe cómo hablar de eso o qué hacer. Pero resulta imposible sacarse de encima esa sensación y el cuerpo siente como un nudo causado por el dolor emocional. Cuando quieres darte cuenta, estás cortándote .Entonces, de algún modo, estás en otro lado”.  La leve y reiterada automutilación del “cortarse” es un paso al acto que economiza la experiencia de la división subjetiva. Economía, economía, podríamos decir que la histérica se hace experta en manejar la economía como en el discurso capitalista, es una nueva emergencia del sujeto como amo, sí, pero fuera del discurso, que trata de evadir la angustia como ansiedad del cuerpo, la tristeza y el dolor psíquic , vía el cortocircuito de la falta abierta sólo como herida en lo real que deja marca. Son marcas que de hecho estas chicas ocultan al otro- en lo que aparece que no es un acting – out , que no hay vínculo entre la marca y el otro, y no es una llamada al Otro. Es un modo de reinstaurarse como sujetos con el paso al acto de “cortarse”. Las anoréxicas, las bulímicas, las que se “cortan” en el cuerpo para no padecer su “cortarse” psíquico ante el Otro que les impone –y más sorprendentes prácticas dañinas que veremos aún en las jóvenes del siglo XXI que ya no se sostienen en el vínculo social histérico- nos enseñan lo aleatorio del lazo de amor al padre idealizado como amo . Y la extraordinaria lógica de la histérica, hacer valer, cómo operar con la estructura, sin el amparo de nadie, desatadas como sujetos que no van ya al Otro, para no quedarse abolidas como sujetos por su dependencia a la voluntad del Otro como Amo. Para no quedarse desposeídas de fuerza moral, actúan, a sus expensas de cuerpo. No es un modo de operar con la estructura y el cuerpo que podamos celebrar, porque clínicamente y subjetivamente se revela devastador para las histéricas. Es una falsa disidencia del discurso capitalista, pues es mantenerse en la rueda que rompe el lazo con el Otro, y destruye los vínculos sociales.

 A los psicoanalistas de prestarles oídos y palabras y un lugar que pueda darles sus suertes como sujeto dividido, por otra vía, y no solas. Pues al fin y al cabo la histérica del síntoma histérico, en el discurso histérico, nos ha enseñado, desde el nacimiento del psicoanálisis, que el inconsciente es mejor invento que esos autodestructivos inventos de las histéricas del capitalismo. Esos autodestructivos y solitarios inventos, además, no tienen nada de revolucionario como los síntomas histéricos de antes, no cambian nada de su régimen ni promueven un nuevo deseo, ni un nuevo lazo social. El psicoanálisis, acogiendo la verdad que porta el síntoma que se inscribe en el discurso histérico, y no en el discurso capitalista, nos enseña que el mejor invento humano es el inconsciente porque es el que le ofrece a la histérica el efecto del lenguaje sobre el cuerpo por la vía de un saber.

La apuesta del análisis con las histéricas no es dejarlas simplemente en ese alivio que es elaborar el saber del inconsciente ; ese trabajo del sujeto del inconsciente importa que pueda ir produciendo, soltando eso significantes que marcan traumáticamente el cuerpo en el síntoma, como esos hirientes – gozosos ganchos, que imperdibles en el discurso histérico , puedan hacerse perdibles en el discurso analítico , puedan hacerse perdibles , para que pueda surgir otro síntoma, un síntoma otro, que no sea síntoma histérico. Es decir, un síntoma que no sea dependiente del padre, que no esté librado a los avatares del síntoma del amo idealizado, cada vez más excluyente hoy , en la cultura del nuevo capitalismo, de las cosas del amor .

DEBATE:

Pregunta: Te quiero hacer una pregunta en relación a la histeria capitalista, uno no puede pensar como modo de presentación, diríamos qué modalidad de transferencia se instaura en tanto que la relación con el Otro está rota y aparece como tomado el saber por un lado y el objeto en tanto vacío y abrupto aparece, entonces con ésa modalidad de presentación, ¿que modalidad de transferencia?

Respuesta: muy buena pregunta, y respondo: ninguna transferencia. Ese es el problema y los psicoanalistas están diciendo todo el tiempo lo difícil que es hacer entrar en la transferencia y en análisis ese tipo de presentaciones clínicas de la histeria, en las que no hay presentación de otra cosa. Todas las elucubraciones de sentido para interpretar la anorexia y la bulimia en relación a la pulsión oral, son vanas. Es una separación tan radical del Otro, del Otro como amo del discurso histérico, si es un tener que arreglárselas sola con el objeto, y sin el Otro, lo que hay que ir a exlplorar, es que alienación insoportable o fallida es la que se ha dado, tal que ha conducido a esta respuesta, esta repuesta de acting out o la respuesta más grave de pasar al acto. Cada separación es separación de una alienación , – no he entrado al detalle en esta articulación, en como en el discurso histérico se imbrica la alienación, la alienación del sujeto al amo, pero también un modo de separación. ¿Qué ha ocurrido con el lazo amoroso con el padre? , por ejemplo cuando se trata de niñas, para que esos sujetos histéricos no encuentren como vía, sostenerse con esa armazón que es el amor del padre y a qué se confrontan también cuando ese sostén que es el vínculo histérico con el padre, en su espera de ser alojadas, de encontrar un valor con los velos, diría los velos fálicos desde un lugar agálmico en el deseo del padre, o los velos amorosos. La cuestión de la imagen del cuerpo en la anorexia y en la bulimia, hay que ver que la imagen del cuerpo no es esto que tiene que ver tanto ni con la moda, ni las tallas, ni la identificación a las modelos, todo eso es irrisorio, en esa alarma por la anorexia, ¿que medidas de control?, ¿medir la masa corporal de las modelos? , ¿cambiar la alimentación de los niños, para que no estén obesos, en los colegios?. Leemos unas cosas que son realmente irrisorias, porque se quedan en lo imaginario de lo que rige como ideales en lo social. Claro, el problema es cuando hay estados de una gravedad tal que hay amenaza de muerte que no se puede dejar mucho tiempo sin intervenir, pero cuando hay un poco de tiempo para el analista, la clave es ir a ver que ocurrido en esa alienación que para la niña se juega generalmente en relación al padre o de otras figuras de amo idealizado y también que se encuentran del lado de la madre, hay muchos caso de figura. Por ejemplo, un caso que he visto, un caso de padre que se relaciona con su hija dentro de una lógica contractual: no te dejo salir con tus amigas si antes no haces para mí no se qué. No es lo de antes, del padre o la madre clásicos del : “como no ordenes tu habitación te quedas sin paga o sin juguetes”. Es : te doy un objeto a cambio de otro, pero ahí no hay nada que tenga que ver con el don del amor o el deseo de dejar vivir a la hija, son todo lógicas contractuales o bien el imperativo de una exigencia religiosa, o de saber, etc. unos imperativos que tienen que ver con que para esos padres el saber es un medio de potencia.

La respuesta, dice Lacan, puede ser desanimar ese saber cómo sea, por la vía que sea, pero ella no lo sabe, no sabe porque su respuesta no es una respuesta subjetiva sintomática. En la medida en que puede empezar a aparecer, el impasse en la que la situaba como sujeto el querer darse un lugar en el vínculo histérico con el deseo del padre, pues no había ahí lugar en el amor para dar figura a un cuerpo, entonces cuando eso no llega, no aparecen esas coberturas fálicas y amorosas, aparece la tentación de la otra respuesta, ya que no se pude sostener un fantasma histérico en relación con ese padre, ni en lo simbólico ni en lo imaginario, y pasa a lo real. Y con esas madres también propias del discurso capitalista , estas madres de hoy que tienen a la niñas siempre preparada la comidita, el desayuno, las cositas, para que está permanentemente colmada de objetos, es la que le dice “te regalo la Barbie” y le da la Barbie antes de que ordene la habitación. La cosa está invertida en tanto que lo que aparece primero es el objeto y el objeto llega a tratar de saturar la falta de sujeto, luego la vía esta obturada por los dos lados, de lado del amo idealizado y del lado materno, las variantes son muchas, por eso creo que no se puede generalizar, hay que ver los casos en la lógica discursiva de las identificaciones de sus padres en las versiones del discurso capitalista, los modos en que los padres obturan la transmisión de la falta, de los avatares de la castración.

 Hay todo este arsenal de protocolos terapéuticos que tratan de controlar lo alimentario como si eso fuera la causa, y eso mantiene al sujeto en el impasse de su cortocircuito con el objeto. . Por eso hay que ir a buscar al sujeto ahí donde se jugó su impasse con el Otro, antes, ahí es cuando puede haber una llamada al Otro, puede haber una llamada transferencial, para que el analista pueda tener un lugar, si hay una llamada al saber ; puede darse en la medida en que haya interpretación analítica, palabras para que el sujeto pueda empezar a decirse como sujeto.