Publicado el 20/11/2018

De lo que agujerea lo real

Abordamos la segunda sesión de este seminario, El sinthome, que Miller no ha fechado y que R. Ponte (La cantera freudiana, en internet), en su establecimiento de texto del mismo seminario, data el 9 de diciembre de 1975. Lacan ha pasado quince días en EEUU y dice estar cansado; la audiencia es numerosa y Lacan está centrado en sus nudos, la única garantía de que lo humano no acabe absorbido (juego de palabras por homofonía en francés entre humain y humé), aspirado en una especie de torbellino que solo encuentra su garante en lo que muestro con mi nudo.

La constitución psíquica para Lacan resulta ahora del anudamiento de los tres registros: imaginario, simbólico y real, registros que ya había presentado hace muchos años, en el 53. El cuerpo lo I, el lenguaje lo S y lo R lo que no es ni lo uno ni lo otro. Los tres registros al estar anudados se conforman y se limitan. Amabas operaciones son simultáneas. No pueden darse la una sin la otra.

A través de las últimas clases del seminario anterior, RSI, ha comenzado a explorar la pertinencia de añadir más nudos para nombrar los tres registros señalados, llegando hasta seis nudos: tres redondeles y tres nombres para cada registro, un nombre para cada registro: Inhibición para lo I, síntoma para lo S, angustia para lo R.

Pensaba seguir explorando esta cuestión y anuncia su seminario del próximo curso con el título 4,5,6. La conferencia, Joyce, el síntoma, que dicta a pedido de Jean Aubry en junio del 75 le hace cambiar de idea y titula este seminario El sinthome con una diferencia fonética. El sinthome como un cuarto nudo, como un cuarto redondel que no es como los otros pues tiene una función nombrante. El sinthome con una función reparadora de los lapsus del nudo.

Esta segunda sesión del seminario forma parte de una triada que Miller ha titulado El espíritu de los nudos y que son, en cierta manera, introductorias a la exploración que va a llevar acerca de cómo la obra de Joyce ocupa el lugar de cuarto redondel que anuda el registro I, que, en Joyce, estaba suelto respecto a lo R y a lo S que permanecían enlazados.

Esta segunda sesión podemos también decir que incide en el agujero, elemento esencial en la lógica borronea hasta el punto de que sin los agujeros no se puede anudar unos redondeles con otros.

Es una lección de paso, pero no por ello menos jugosa. El encuentro con Chomsky le lleva a reformular, eso sí crípticamente, su manera de concebir el lenguaje en contraposición diametral con Chomsky del que podemos decir que es un buen exponente del cognitivismo y biologicismo que nos impregna hoy en día. Para Chomsky, el humano piensa con el cerebro y el lenguaje es un órgano más del cuerpo como pueden serlo las orejas.

Lacan, entonces, en esta clase, formaliza la función del lenguaje siendo esta función del lenguaje una verdad que es condición de su uso y mostración de su eficacia. Tanto su función como su eficacia están sostenidas en la máxima de que el lenguaje agujerea lo real. Diremos que este agujero de lo real (agujero horadado por el lenguaje) va a ser condición para poder pensar la nominación, pues como nos dice Lacan en una de las lecciones de RSI, ese agujero gira y escupe nombres.

La cuestión de la nominación, directamente relacionada con el cuarto nudo nombrado por Lacan como Sinthome, atañe a la función del padre, pero también a la posibilidad de poder “pasar” de dicha función paterna. A partir de este cuarto nudo existe la posibilidad de encontrar otros nombres que no tengan que ver con los del decir del padre. Esta es la lección que Lacan extrae del estudio de Joyce. Por eso el cuarto nudo concierne al tema de la creación y del arte. Y por eso también incide en la manera de abordar la interpretación. Es un seminario muy clínico que abre una nueva perspectiva para la psicosis en la que la frontera con la neurosis se diluye bastante. No puede ponerse más interesante.

Punto 1 El cuarto redondel y Punto 3

Pag 28: (Seminario Sinthome)

Como pudieron ver, es decir, escuchar, aquellos de ustedes que están aquí desde hace algún tiempo, no fue por casualidad sino poco a poco, paso a paso, como llegué a expresar con la función del nudo lo que primero había presentado como el trío de lo simbólico, lo imaginario y lo real.

Nosotros, como somos de Madrid, aunque también seamos de otros sitios, y los de Madrid somos muy chulos, en lugar del “paso a paso” hemos dado una zancada desde el seminario que trabajamos el curso pasado, Encore, (curso 72/73) al seminario El Sth (75/76).

No es cierto del todo, pues hemos trabajado en el Seminario Escuela La Tercera (1975) que está a caballo entre el seminario Les noms du pere y RSI, hemos trabajado también en el mismo seminario La Conferencia de Ginebra (octubre 1975, un mes antes de comenzar el seminario que nos ocupa este año) y hemos trabajado El Prefacio en nuestro Espacio Escuela hace años, que es un texto que Lacan escribe al final de este seminario que vamos a trabajar este curso aquí, en el Seminario del Colegio. Alguna baliza tenemos, aunque nos falten un par de seminarios definitivos para la cuestión de los nudos.

Tema bibliografía.

No me parece mala idea, entonces, trabajar este año este seminario, pues es una manera también, la nuestra, la madrileña, de hacer nuestro recorrido poco a poco. Es un seminario, El sinthome, en el que Lacan, en cuanto a su método de los nudos, ha llegado a la necesidad de un cuarto nudo para poder abrochar los tres redondeles de manera borronea.

Seguimos el punto 1.

El nudo no tiene el espacio geométrico como referencia. ¿Cuál es su referencia entonces?

Lacan abandona el more geométrico del que se valieron grandes hombres, entre ellos Spinoza (tan admirado por Lacan), quien apuntó a fundar su lógica a partir de este mor geometricus. Ya nos lo ha dicho en su primera sesión: que lo geométrico está pensado a partir de la imagen de nuestro cuerpo como forma de saco y que ese pensamiento, que sostiene la geometría, está hecho para tapar la falla en la estructura.

Por eso su espacio no es geométrico sino topológico y en concreto tórico cuya figura tiene un agujero.

Ese espacio, el mío –dice Lacan– no es el de las viejas coordenadas cartesianas, los puntos en este espacio se determinan de otra manera. Se determinan por el calce de mis redondeles de cuerda. Se calzan (se encajan) de tal modo que si soltamos uno los tres redondeles se separan.

El calce del que habla Lacan es el solfeo de los nudos que nos mostraba Nominé. Los redondeles se cruzan en unos puntos determinados que podemos señalar. El punto entonces lo determina el enlace de los nudos.

El nudo borromeo necesita un mínimo de tres cuerdas. Podemos también decir que necesita tres rectas, como dibuja Lacan en la pág 34. Eso sí tres rectas infinitas, según el Teorema de Desargues. O podemos decir que necesita un círculo y dos rectas. Todas estas figuras son equivalentes. Pienso que Lacan está apuntando a algo que va a ser esencial al nudo y es que el círculo puede cerrarse o no. Hasta que no se cierre no hay nudo como tal, a no ser que ese cierre se complete en el infinito. Debemos pensar que Lacan va a poner todas sus elaboraciones a la hora de los nudos borromeos y nosotros también si queremos seguirle.

Estamos, por tanto, en un espacio diferente al de la geometría euclidiana y en este espacio el agujero es fundamental, indispensable; en principio, para poder enlazar las cuerdas. Digo “en principio” porque los agujeros le van a servir a Lacan para escribir los goces. Si el agujero es fundamental, el nudo es esencial, es su médula, su núcleo. En realidad, esta médula, como veis está formada de nudo y agujeros. En ese anudamiento Lacan sitúa los diferentes goces. Lacan lo llamará triskel.

Lacan nos habla de la consistencia de los nudos en el punto 3. Los nudos, en principio, son equivalentes entre sí: cualquier redondel puede sustituir a otro. Podemos decir, entonces, que son intercambiables. En la fabricación de nudos que hacía Nominé privilegiaba este costado del asunto, inclusive habló de que este tema de las diferentes consistencias según los registros le creaba problema.

En cualquier caso, esta equivalencia de los nudos tiene como efecto que ningún registro tiene prioridad sobre otro (estábamos acostumbrados, por ej, a pensar lo imaginario subordinado a lo simbólico). Tiene como efecto también que tanto los diferentes registros como el registro que anuda sean intercambiables.

En algún momento estos matemáticos que trabajaban con Lacan, Soury y compañía, le dicen que la equivalencia no es la igualdad. Por motivos que no tengo bien establecidos (está en juego la orientación en los nudos, levógiro y dextrógiro) y también en cómo diferenciar los nudos, es decir en cómo nombrarlos, se impone para Lacan la idea de diferenciar los círculos: cuál es el S, el I y el R. La diferencia la establece con colores: Rojo como lo prohibido para lo S, verde como la esperanza para lo I y azul como las nubes para lo R. Es la regla nemotécnica que Lacan nos da para diferenciar los redondeles o cuerdas (a veces llama nudo a cada cuerda).

Además, en este menester diferenciador aparece el tema de la consistencia. Todos los nudos tienen consistencia y participan de tres características: la consistencia, el agujero y la ex-sistencia; pero como la consistencia la imprime el nudo que anuda a los otros dos (hay un mínimo de tres para hacer un nudo borromeo) hace de la consistencia esencial a lo I, el agujero a lo S y la ex-istencia a lo R.

La ex-sistencia del nudo toma existencia al calzar los redondeles. Solo tendremos nudo al anudar los redondeles. Por eso si no se hace, no hay nudo. Parece una perogrullada, pero es un dato esencial para pensar lo real del nudo. De ahí la insistencia de Lacan para que hagamos los nudos.

Un ejemplo:

Tomemos el redondel simbólico y lo colocamos por encima de lo I. Vamos a anudarlos con lo R.

HACER. Comprobamos que es borromeo. Es difícil pensar el nudo, es necesario fabricarlo y Lacan hace uno que tiene un error. Los errores hay que suprimirlos. Y Lacan fabrica después (pág. 29) un nudo borromeo de cuatro redondeles.

Punto 2

A) Una geometría prohibida a lo imaginario

El análisis no es una iniciación. En el Sem Les noms du pere en la pág. 51 encontré una definición de Lacan sobre la iniciación como aproximación a algo donde lo que se revela concierne al goce. De ahí que puedan existir ritos de iniciación para señalar y franquear momentos importantes de corte, como por ej. ritos que apuntan a marcar el paso de la infancia a la edad adulta. Hay también rituales de iniciación en sectas o en sociedades secretas. Estos rituales buscan reparar un corte, un fallo, en la estructura. A diferencia de una psicoterapia, el análisis no apunta a velar la estructura, sino que tiene en cuenta su falla. De ahí que la posición que toma el analista en la cura es crucial para permitir que el analizante pueda llegar al final a hacerse cargo de esa falla en la estructura o no. Si no tenemos en cuenta el fallo de la estructura estamos en la religión. Lacan es tajante en este punto. Por eso siempre se ha interesado en trabajar el lugar para el analista en una cura.

Precisamente por no ser el análisis una iniciación, el analista tendrá que tener en cuenta la falla en la estructura, pero eso no quiere decir que no nos sirvamos de los semblantes en la cura. Pudiéramos decir que el SsS es uno de ellos. Cuando un análisis comienza, se pone en marcha el SsS que es el meollo de la transferencia. Hay dos suposiciones entonces en el comienzo de un análisis: el sujeto del icc y el saber del icc. Ambas son estrictamente necesarias para que la tarea del desciframiento se ponga en marcha mediante la asociación libre. Os propongo pensarlo en términos de nudos (probablemente lo leí en el libro sobre el cuerpo de Nominé): es necesario hacer un nudo entre el desciframiento del icc, (S), el síntoma con sede en el cuerpo (I) y el goce enganchado a lalangue (R). El cuarto nudo que anuda los tres círculos será la transferencia.

Esta división del sujeto que Lacan formula en el seminario de La Angustia entre el lenguaje que entra en el Otro simbólico y el goce que no entra, objeto a, será santo y seña de lo que llamamos entrada en análisis. De hecho, no podemos afirmar que un análisis haya comenzado sin que, en acto, es decir en la experiencia misma del encuentro del analizante con el analista, el analizante experimente la división y esta le empuje a la tarea de la asociación libre para construir un saber sobre su síntoma.

Al poner en conexión unos significantes con otros se va a producir un sentido, un sentido sexual, dado que es este el sentido que nos puede proveer el icc. Pero, si bien el sentido que nos devuelve el icc es un sentido sexual, el sentido sexual no reside en el icc. Este es un punto muy importante que nos aclara Lacan. En el icc. solo tenemos Unos aislados, sin conexión, coalescencia entre goce y letra. El sentido sexual se produce mediante el desciframiento de los dichos del paciente y si este sentido sexual está en todas partes es, precisamente, porque hay una falla en la estructura del icc. real: la relación sexual entre un hombre y una mujer no puede escribirse. Volveremos a ello.

ESQUEMA (El icc. reinventado C. Soler, pá.31.)

Es una suposición (se refiere al SsS) ambigua, prosigue Lacan… Se trata de dar cuenta de lo que constituye lo real de esta división.

Para dar cuenta de lo que constituye lo real de la división del sujeto nos exhorta volver a Freud dándole la prerrogativa de que fue él quien nos abrió el camino del icc. Freud con su decir intentó decir la verdad sobre el hombre.

Estamos ya acostumbrados a reconocer en Lacan lo que ahora él mismo nos recuerda: cómo ha modulado esta verdad al enunciar que la verdad no puede decirse del todo. Ha trabajado esta idea en profundidad en Televisión y en el seminario El reverso. La verdad, como el sujeto, solo puede decirse a medias, solo puede mal-decirse.

Lo que no dice Lacan aquí, y que debemos tener en cuenta para entender lo que seguirá, es que la Verdad está del lado del sentido y del sujeto supuesto saber, y que la verdad es impotente para responder sobre el síntoma singular de cada analizante. Me parece una lección clínica muy importante lo que viene a continuación y, aunque Nominé lo explicó en parte, quiero remachar el clavo. Lacan vuelve a ello en este mismo seminario y tenemos la suerte de que Bousseyroux lo trabaja en el cap. 12 de su libro A riesgo de la poesía, o sea que podéis ir a estudiarlo en profundidad ahí. Finalmente nos rompemos la cabeza con estas elaboraciones complejas de Lacan para trabajar mejor en la clínica psicoanalítica.

Una ayuda contra (Pág. 31)

A partir de estas verdades o, mejor dicho, medio verdades, Lacan se compromete con el nudo a dar al analizante una ayuda “contra él”.

Parto de mi condición, que es la de dar al hombre lo que la escritura enuncia, no como una ayuda para él, sino como una ayuda contra él.

Salto las explicaciones bíblicas que ya nos dio Nominé la pasada clase para dejar clara la idea de que el analista debe ser una ayuda contra el SsS, contra la transferencia, pues finalmente habrá que ir más allá. Insisto. Si no establecemos y mantenemos la transferencia no podrá haber final de análisis, claro está. Pero hoy estamos hablando desde ese final, lo cual no quiere decir que desde el final no se vean muy claramente las cuestiones del principio. Por eso pedimos a un analista que haya hecho su propio recorrido y que haya llegado hasta el final.

¿Dónde debe colocarse el analista en la cura? Ese es el meollo, esta pregunta.

Lacan lo va a trabajar en este seminario y coloca al analista como sinthome y también como nudo. No entramos ahí.

Sin entrar en esta cuestión, que no es el objeto de nuestra clase de hoy, no resisto la tentación de sacar unas conclusiones sencillas, más fáciles de enunciar que de cumplir en lo que se refiere a la interpretación “contra”. La interpretación, si es analítica, será siempre en contra del sentido común o como dice Lacan en Les noms du pere, en contra de la autopista. El analista debe no ser incauto de la autopista (tener cautela de la autopista, tener reservas). Es muy simpático el desarrollo que Lacan hace de esto. Creo que mezclo La Tercera con Les noms du pere, da igual. En primer lugar, en La Tercera, de eso estoy segura, define el síntoma (me encanta esta vertiente subversiva del síntoma) como lo que se pone en cruz en la carretera, el síntoma como lo que se sale de la autopista que ha sido para Lacan (Sem. III) la significación fálica que proporciona el Nombre del Padre (cito de memoria). También podemos decir que la autopista es el Discurso del amo. Es decir, el síntoma puede verse como obstáculo a que todo marche según los dictados del amo, los dictados del discurso dominante (ej muy tonto: paciente que busca la perfección obsesivamente para ser la mejor trabajadora, como siempre le exigió su madre y, en su trabajo, comete fallos tontos que, de seguir así, le pueden costar el puesto). El síntoma es un rebelde. Lo que hacen las terapias es tomar el síntoma e intentar volver a llevarlo a la carretera principal, a la autopista. Lo que hace el analista es, como luego retomaré con palabras de Bouyseroux, ser incauto del icc. de cada paciente, no de la autopista, dejarse llevar por las carreteras secundarias del icc.

Por ello, el analista abordará el síntoma como el hilo conductor que nos puede llevar hasta el final de la cura.

Al final de este seminario, en la pág. 133, Lacan afirmará una frase citada hasta la saciedad:

Si el psicoanálisis prospera prueba además que se puede prescindir del Nombre del Padre. Se puede prescindir de él con la condición de utilizarlo.

Bousseyroux lo explica poéticamente, como siempre él hace.

Pág 262:

Un análisis logrado puede probar que el Nombre del Padre puede, en vez de servir para su sacerdocio, servirse de él como síntoma, en el sentido de que allí el síntoma sirve de hueso. Hueso del que el analista ha de servirse como de la costilla cogida al gleboso (Adán) del Génesis, pero para proporcionar una ayuda contra el Nombre-del-Padre.

(Hay una homofonía entre sacerdoce (sacerdote) y ça sert d`os (eso sirve de hueso).

Si nos habla en esta lección de manipulación interpretativa (pág. 40) quiere decir que Lacan piensa que los nudos pueden ayudarnos a pensar la interpretación según el modelo de los nudos.

Seguimos en la pág. 31, ya al final:

En esta ayuda “contra”, el analista se orienta con el nudo y debemos atender al hecho de que su geometría está prohibida (interdit) al imaginario. No es imaginaria. Esta resistencia y esta dificultad de imaginar el nudo borromeo es lo que lo sustantifica. No lo podemos imaginar, no lo podemos pensar, pero sí anudar. Pienso que entendemos ahora bien la conclusión de Lacan. Busca el nudo, el anudamiento para ir en contra de todo lo que nos pueda ocultar la estructura: ocultar, bien sea sus articulaciones entre los elementos, bien sus agujeros.

B) Distancia con Chomsky

A la segunda parte del punto 1 Miller lo ha titulado Distancia con Chomsky. Aprovechando este desencuentro que tuvo con Chomsky, Lacan formula sucintamente (porque ha dedicado varias lecciones del seminario anterior, RSI) lo que para él es la función del lenguaje.

Comienza diciendo lo que no es y, desde luego, se opone a que el lenguaje sea un órgano, como Chomsky lleva articulando desde hace años. Chomsky dice que el lenguaje es un órgano como puede serlo el oído, pues, aunque pueda haber diferencias individuales entre un oído y otro, la función es la misma para todos los oídos.

Es aquí donde Lacan habla de una verdad de principio para el lenguaje y es que está ligado a algo que agujerea lo real. De no ser así es imposible considerar su uso. A partir de esta función de hacer agujero, el lenguaje opera su captura de lo real. (Esta frase me ha llegado a obsesionar cuando ahora la veo bastante sencilla). Lo real antes de nombrarlo no existe para el psicoanálisis. Y al nombrarlo hace agujero, acota un real determinado que sí vamos a poder nombrar, en parte, y, sobre todo, vamos a poder anudar con los otros dos registros.

Lacan piensa que alguien que ha estudiado el lenguaje durante tantos años puede saber algo sobre lalangue, definida en un momento dado por Lacan como la integral de los equívocos, es decir, como generadora de los equívocos de una lengua dada.

Chomsky, según cuenta Sherry Turkle (en Jacques Lacan. La irrupción del psicoanálisis en Francia, págs. 272-285, editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1983), le contestó que a él no le interesan para nada las diferencias individuales (base, sin embargo, de la lingüística moderna encabezada por Saussure) sino las semejanzas, lo que permanece constante en todas las lenguas. Chomsky, solo se interesa por la supuesta función de comunicación del lenguaje para la que venimos dotados, según él, genéticamente desde el nacimiento. Al parecer Lacan le respondió que él es poeta, entonces.

El cuerpo que propone Chomsky como un conjunto de órganos pertenece al terreno de la biología que estudia la función de los órganos, pero no puede equipararse a la concepción que el humano tiene de su cuerpo, pues aprehenderá su cuerpo, como el resto de su mundo, a través del lenguaje. Precisamente al habitar el mundo humano, que es un mundo de lenguaje, ninguna realidad previa le viene dada de antemano. No puede Chomsky colocar, entonces, al lenguaje como causa del “nacimiento de los órganos” al nombrarlos y a la vez como un órgano nombrado. No puede ser el lenguaje a la vez causa y efecto. La nominación para Lacan tiene un efecto de agujero y sin esta función no se puede concebir el lenguaje humano. Punto fundamental al que volveremos.

“No hay nada natural en la naturaleza” comienza la película de Pasolini, Medea. Lo real no es el mundo. El mundo es fruto de un sistema de representaciones.

Así Lacan aprovecha, con el ejemplo que nos da del ADN, para remachar este clavo. Es muy importante (para no perdernos más tarde con lo real borromeo) volver a la idea, a veces difícil de asimilar, de que lo real nada tiene que ver con la realidad ni con el mundo, ni con lo natural, tampoco con lo instintivo que los mismos analistas confunden con lo pulsional. (En la sesión anterior ha definido la pulsión articulada al lenguaje, a la estructura, al decir de la demanda, y no al goce que la pondría del lado del instinto como hacen los “filósofos ingleses”, pequeña maldad de Lacan). Dejadme recordar que Vicente Mira define la pulsión en Goce y Pulsión de muerte II como goce capturado y vestido de gramática.

Vayamos entonces al grano: lo real para Lacan es ahora, en 1975, el nudo Borromeo mismo, por lo que hay que distinguir entre registro R, equivalente al registro I y S, y nudo como R. De nuevo confirma su hipótesis, nunca abandonada, de que la estructura es lo real, como ya había enunciado para sus discursos, pero añade ahora algo más: esta estructura borromea tiene una función de nominación que es diferente a la simbolización.

En la clase del 15.4.75 (RSI) Pág. 6 (versión Rodríguez Ponte)

Este nudo está hecho por un acto x. Es una definición del icc. El icc es real, es real en tanto agujereado.

No hay más que yo que lo digo ¡Qué lo digo otra vez! (Encore). Muy pronto todo el mundo lo repetirá y, a fuerza de que llueva encima, esto terminará de construir un lindo fósil.

Lacan como padre del nombre. El nudo es R porque él lo nombra así por primera vez. En este seminario que trabajamos, más adelante, llegará a decir que es su sinthoma.

Con este prolegómeno tenemos ya mucho hecho para abordar el párrafo que el mismo Lacan se disculpa por no resultarle fácil trasmitirnos el peso de la convicción que tiene:

Pág. 32:

Para mí, en efecto, si no se admite esta verdad de principio de que el lenguaje está ligado a algo que agujerea lo real, no es simplemente difícil, sino imposible considerar su uso. El método de observación no podría partir del lenguaje sin que este aparezca agujereado, lo que se puede situar como real. A partir de esta función del agujero, el lenguaje opera su captura de lo real.

El agujero en el lenguaje, el agujero en lo simbólico que Lacan aborda muy tempranamente en su enseñanza de diversas maneras, es condición del lenguaje. Es estructural. Es un elemento esencial de lo simbólico.

Solamente a partir de este agujero podemos pensar lo real. Dicho de manera sencilla: lo real en psicoanálisis, nuestro real, va a estar siempre anudado a lo simbólico (y podemos añadir a lo imaginario, dado que ambos pueden ser anudados por lo R).

Ahora, una cosa es lo real como agujero estructural en lo simbólico y otra cosa diferente es lo real como aquello que es agujereado, surcado, por el lenguaje. De este real es desde donde emerge (vía el surco, la marca, que deja el uso del lenguaje antes de que tenga sentido para el niño, lalangue) una nueva realidad, un mundo, que antes, simplemente, no existía.

Por eso, una cosa es lo real como imposible (lo que no cesa de no escribirse: es el real que agujerea lo simbólico, por no poder escribirse la relación sexual) y otra cosa es lo real que es agujereado por el lenguaje: la relación sexual no puede escribirse, pero la escribimos: xRy.

La pareja hombre/ mujer no pude anudarse, pero la anudamos con un tercer redondel, con el amor y el goce. Vuelve a ser un ejemplo para Lacan de que no hay dos sin tres. Para poder anudar dos redondeles necesitamos de un tercero que anude otros dos, ya que no hay enlace posible entre ellos. La relación sexual no puede escribirse, pero ese decir que Lacan atribuye a Freud, escribe un espacio que nombramos como real lacaniano. También sería justo nombrarlo como icc. real lacaniano que, en un momento dado, se separa del icc. freudiano. Pienso que no hace falta aclarar que no se trata de tomar una posición maniquea, en el sentido de lo uno o lo otro, sino que ambos deben de tenerse en cuenta para aliviar el sufrimiento del que viene a pedir ayuda.

Este agujero, núcleo de lo simbólico, gira en redondo y come real (la ciencia quizá no sea sino pequeños pedazos de este real que ella arranca), pero escupe nombres que pueden venir a nombrar goce y enlazar con ello los tres registros. Estamos hablando del sinthome.

En esos agujeros borromeos, enlazados entre sí, Lacan va a nombrar los diferentes goces, pero eso es materia para la próxima clase.

Sí decir algo importante con relación al goce. En ese agujero simbólico se puede colocar el goce como hace el paranoico, me pregunto si se puede colocar la culpa como hace la melancolía. La función del Nombre del Padre es vaciarlo de goce. Y es lo que ocurre para el neurótico. El verdadero agujero dirá Lacan, ahora, es el agujero entre lo I y lo R, el goce del Otro (barrado, dirá en este seminario), que no existe. Aceptar este agujero nos convierte en ateos. (Sem X mirada del Otro, podemos esclarecer, ahora, que no hay Otro que goza).

Así, en la lección del 15 de abril citada de RSI, Lacan coloca el incesto como agujero en lo simbólico, esta prohibición de goce asegura el agujero estructural de lo simbólico al estar limitado y no en continuidad. Pero comprobamos con facilidad la diferencia entre prohibición y castración. No es la prohibición la que hace surgir el agujero, sino una de las formas en que lo asegura. Tendremos otros goces que se limitan entre sí: goce fálico, semblante privilegiado que viene como obstáculo a la relación sexual, y el goce del sentido que impregna el pensamiento (mixto de S e I).

Punto 3 El nudo es el negativo de la religión

Este punto tiene también su miga, pues Lacan, por casi alusiones, repasa nociones que ha trabajado en estos últimos años. He preferido titularlo “El nudo como negativo de la religión” a como lo hace Miller: “No es posible salir de la debilidad”, que dejaremos para la segunda parte del punto 3 y recordad que la primera parte la llevamos al punto 1. Cuestiones didácticas.

Entonces en esta pág. 37, Lacan habla de que con el nudo no tiene esperanza y que tampoco tiene creencia, es decir fe. Fe, esperanza y caridad son las tres virtudes teologales de la religión católica y aquí Lacan afirma que el nudo es el reverso de la religión. Desarrollar este punto sería largo, aunque hemos dado algunas pinceladas al respecto.

Lacan ha tenido todo un debate con Freud a lo largo de la primera parte del seminario RSI acerca de lo que Lacan llama el cuarto nudo freudiano. Freud con el Edipo, con la realidad psíquica (término que Lacan critica ferozmente en RSI) anuda los tres registros del parlêtre de los que Freud tenía una idea.

Damos un salto atrás al sem. RSI y Lacan, provisto de sus nudos, va a intentar prescindir de ese cuarto nudo que Freud necesita para anudar los tres registros con El Edipo, del que hace una realidad psíquica “programable” (añado yo) para todo neurótico. Lacan no lo necesita porque puede anudar los tres registros borromeicamente. Ese será el punto de partida de RSI, aunque no el punto de llegada.

Terminamos:

Así no tiene esperanza, virtud teologal, de que el nudo pueda romperse si está anudado borromeicamente y tampoco tiene fe, no cree en el objeto que propugna la ciencia.

(Esta frase que viene es genial!!! porque, según mi punto de vista, destila una considerable mala uva contra muchos psicoanalistas que no solamente confunden pulsión con instinto, ya lo vimos, sino que hacen del objeto una sustancia.)

Pág.37

Nosotros no creemos en el objeto, pero constatamos el deseo, y de esta constatación del deseo inducimos la causa en la medida de que está objetivada.

Es importante señalar, entonces, que el objeto del psicoanálisis no tiene sustancia: la voz no es la sonoridad, la mirada no es la imagen, lo oral no es el alimento, como lo anal no es la defecación. ¡¡¡Y mira que lo confundimos todo el rato!!! No se trata de creencia, no se trata de esperar, no hay tampoco representación ni sustancia del objeto. El objeto no es mas que vacío con función de causa.

El objeto a estará en el nudo, en el centro del anudamiento, como bien nos explicó Nominé.

Ahora sí vamos a la segunda parte del punto 3 que Miller tituló No hay esperanza de salir de la debilidad (pág. 38).

Hay que acostumbrarse al nudo, nos exhorta Lacan, al nudo concreto, al que realizamos cada vez que anudamos un número determinado de redondeles (no menos de tres). Con los nudos ha producido emoción en EEUU y pasa a decir de inmediato que no quita que lo senti-mental sea débil.

Lo senti-mental produce sentido. Es débil para tocar lo real.

“Es muy difícil pensar un nudo”, pero por ahí le encuentra la ventaja, pues el pensamiento nos lleva al sentido (enlace de S e I) y por ahí eternizamos el proceso analítico, por ahí alimentamos el síntoma (En La tercera: el síntoma es un pez que devora sentido).

Todos estamos instalados en la debilidad, pues el pensamiento es débil. La debilidad del pensamiento es genérica. La ventaja del nudo es que incluye lo real ahí donde los registros del pensamiento y la imagen solo crean sentido.

Pág. 38:

Este nudo calificable de borromeo no se puede cortar sin disolver el mito del sujeto –del sujeto como no supuesto, es decir, como real– al que no distingue de cada cuerpo aislable como parlêtre, cuerpo que solo tiene un estatuto respetable, en el sentido común de la palabra, por este nudo.

Hemos comenzado hablando del Sujeto supuesto y ahora Lacan nos habla del sujeto real que hace equiparable al parlêtre. El nudo va a ser el soporte de este parlêtre por lo que, si cortamos el nudo, el parlêtre desaparece también. Apreciareis, sobre todo Ana Alonso que prosigue el próximo día, que es el título de la tercera sesión del seminario. Así que aquí dejamos este punto 3.

Punto 4

Nos presenta de nuevo el sinthome

Pág. 39:

Abordaré este cuarto término con Joyce, en la medida en que él completa el nudo de lo imaginario, lo simbólico y lo real.

Al igual que no creemos en el objeto, sino que inducimos su causa, podemos prescindir de la creencia en el padre, dado que está reducido a una función, padre del nombre. ¿Podremos prescindir de él? Queda por elucidar si es necesario que sea la persona del padre la que nombre. Desde luego lo que vamos a estudiar es que hay otros nombres del padre y Joyce con su escritura fabricó el suyo, anudó con su escritura el imaginario que quedaba suelto del simbólico y del real enlazados.

Y acabo con una frase que me emociona pues, permitidme decirlo así, eleva el arte a la dignidad de sinthome:

¿Cómo alguien con su arte puede apuntar a representar este cuarto término esencial para el nudo borromeo?