Publicado el 05/05/2021

Cómo se habla con el cuerpo

Entre los significantes recogidos en el cartel de estas Jornadas destacan aquellos que conciernen a la forma en la que ciertos sujetos hablan con el cuerpo. Esto ocurre en una determinada clínica y, en ocasiones sin poder reconocerlo. Así, por ejemplo, significantes como bullying, hikikomori, pornosexual, vigorexia, sexting… que intentan mostrar algunas de las formas con que se denomina el goce en nuestra época.

Lacan nos lo dijo en el Seminario XX: «Yo hablo con mi cuerpo y eso sin saberlo».1

Lo primero será determinar que eso que habla con el cuerpo, es el cuerpo pulsional, el que goza y no sabe nada de ese goce, solo que lo experimenta, y que, en ese experimento, en ocasiones, necesita gozar cada vez más, sin poder poner un límite. Cuando esto ocurre, sucede que ese cuerpo pulsional es incapaz de poder escuchar de alguna forma el deseo del Otro, para llegar al suyo propio.

Sería entonces, que un cuerpo no habla sólo por sí mismo, sino que es hablado por ese goce sin saberlo, y que para poder descifrar y poner palabras, a lo que experimenta, necesitará de un Otro que le escuche.

Se trataría desde el psicoanálisis, de intentar situar cómo el parlêtre, que para Lacan es el sujeto con sus significantes, más el cuerpo que goza, se sitúa frente a estas nuevas modalidades sintomáticas. Modalidades que hacen síntoma social, pero que silencian muchas veces al síntoma en tanto subjetivado por ese parlêtre.

Podemos poner algunas de estas formas, como verdaderos pasajes al acto en que prevalece el plus de goce. Digo pasajes al acto, porque no parece que vayan dirigidos a un Otro, este Otro ha salido de su vida en algún momento.

Estos fenómenos van desde las nuevas formas de violencia en ocasiones vividas como una diversión, en la forma de acoso y agresividad hacia el otro, hasta las variantes de las toxicomanías, las formas variadas de trastornos de alimentación con el llamado atracón y su vaciamiento posterior, todos esos actos sin sentido aparente.

Estas formas que se nos presentan, hace mucho que ya las nombramos como una marca de la declinación del Nombre del Padre, pero sobre todo como resultante de elevar cada vez más en nuestra sociedad actual, el plus de goce como referencia de un ideal casi absoluto, si se puede llamar así.

No sólo en lo social, sino en lo particular de cada sujeto que produce estos actos sintomáticos, se presenta un problema ético, como paroxismo del superyó que induce un mandato feroz del goce, que no es lo mismo que lo que hace síntoma para un sujeto, como manera de gozar.

Son esos cuerpos autolesionados, intoxicados o encerrados, que dan un estatuto nuevo al que llega con esos fenómenos. Formas sintomáticas, para las cuales, desde el psicoanálisis, para poderlas convertir en que hagan síntoma para el sujeto, se necesita tiempo.

Sabemos que, desde el psicoanálisis, no podemos permanecer ajenos a la subjetividad de la época que nos toca vivir, tal como ya nos alertaba Lacan. Se tratará de descifrar en lo posible ese mandato a gozar, que no se puede resolver simplemente con psicótropos o con terapias en que únicamente se intente regular el comportamiento.

Podemos hacer una reflexión, sobre que puede hacer el psicoanálisis frente a esto. Una primera idea, es que puede intentar sacar a cada sujeto que se acerque, o a los que nos acerquemos en tanto analistas, de la «masa» en que están confundidos o identificados. Se trataría de que puedan construir un Otro, reconociendo su propia historia. En ocasiones, es difícil la tarea, porque hay una negación de ese Otro, por ejemplo, en las toxicomanías.

En todo caso, para lo real de esos fenómenos sintomáticos, será en el encuentro siempre de las palabras, del significante, con el cuerpo que goza, que se producirá el poder tratarlos.

Podemos preguntarnos ¿y desde el analista? Desde el analista, se tratará de ofrecer su cuerpo, en el sentido de su presencia, de sus significantes también, para que el paciente pueda alojar su exceso de goce, permitiéndole salir de ese Uno de goce que le impide hacer vínculo con el Otro, y por lo tanto desear.

Esperamos que esta XX Jornada de los Colegios Clínicos en España, nos permita tratar las nuevas modalidades sintomáticas actuales respecto de la subjetividad de nuestra época, así como las respuestas diversas desde la clínica psicoanalítica.

Notas

1 Seminario XX. Aún. Página 144.